El profesor de Primaria que fue agredido en un colegio de València en octubre de 2017 por la madre de uno de sus alumnos, después de que el niño contara que se lo había llevado a su domicilio y le había ofrecido un «polvo blanco», fue juzgado ayer en la Audiencia Provincial de València acusado de un delito continuado de corrupción de menores, agresión sexual a un chico de quince años y falsedad documental.

El Ministerio Fiscal solicita para él una pena de 16 años de cárcel por dichos delitos, así como 19 años de prisión para la madre del menor por prostituir a su propio hijo y 14 años para un tercer acusado, primo lejano de la víctima, por el delito continuado de favorecimiento de la prostitución.

El docente, quien siempre ha defendido su inocencia, reconoció en el juicio haber dado el número de DNI de un excompañero de trabajo para comprar un teléfono móvil y contratar una tarjeta prepago en un locutorio de la ciudad, pero negó cualquier tipo de contacto sexual con el menor. «Le di el primer número que me vino a la cabeza», argumentó ante la Sala, «ese fue mi error, pero no quería perjudicar a nadie».

Como consecuencia de esta suplantación a la hora de obtener el terminal desde el que presuntamente contactaba con el adolescente, el Grupo de Menores de la Policía Nacional de València arrestó inicialmente a otro profesor que nada tenía que ver con el asunto y que ayer declaró como testigo. Debido a las intervenciones telefónicas los investigadores descubrieron que la voz no coincidía con la del sospechoso.

Un testigo protegido permitió llegar hasta el ahora acusado al identificar su voz. No obstante, en su declaración en la vista oral dicho testigo entró en contradicciones respecto a las fechas en las que presenció como los hijos de la acusada ejercían la prostitución en un parque del barrio de les Tendetes, que frecuentan 'chaperos', y como éstos le daban dinero a su madre cuando subían de la calle. Asimismo, ante las preguntas de la defensa, admitió una posible animadversión hacia la procesada por haberle obligado a abandonar la casa.

De igual modo, de los dos hermanos menores por los que se inició el proceso, solo uno de ellos acudió al juicio. El joven, que acaba de cumplir 18 años, negó haber ejercido la prostitución e incluso conocer al citado profesor.

Asimismo se retractó y ahora sostiene que el reconocimiento fotográfico que hizo ante la policía fue porque tenía miedo de regresar al centro de Monteolivete y no ver más a su madre. Asimismo, apuntó que un primo suyo también iba por casa y hacía uso del teléfono de su madre.

«Mediciones meteorológicas»

Por su parte, el profesor acusado de los abusos sí que admitió haber conocido por esas fechas, en julio de 2015, a un joven de origen rumano cuando realizaba «mediciones meteorológicas» cerca del citado parque. Según su versión, se le acercaron dos jóvenes y le pidieron que les comprara un bocadillo. «Por lástima», se apuntó dos números de teléfono en un papel. Tiempo después llamó para interesarse por este chico pero, según él, apenas lo vio otra vez, el 20 de noviembre, y le recomendó que acudiera a los servicios sociales. En la causa constan llamadas a las dos de la madrugada días previos.

Así el docente reconoció el delito de falsificación, e insistió en que jamás ha tenido sexo con menores. «No soy homosexual», remarcó el acusado sin ser preguntado por su condición sexual.