La Audiencia Provincial de València ha condenado a cuatro años de prisión por un delito de abusos con acceso carnal a la conocida «abusadora de los ojos vendados», así como a ocho meses más de cárcel por el delito de estafa, tras considerar probado que abusó sexualmente de una de sus víctimas -haciéndose pasar por un supuesto italiano enfermo de leucemia- durante una cita a ciegas en un establecimiento de València en junio de 2016. La ahora condenada, de 22 años, se había especializado en suplantar a jóvenes atractivos con nombres ficticios, pero con fotografías de personas reales, que utilizaba para engatusar a chicas veinteañeras. Asimismo, el pasado mes de noviembre fue arrestada en Picassent por enviar falsas amenazas de muerte a una supuesta amiga suplantando esta vez la identidad del exnovio de la joven, que también figura como investigada en la causa.

En una contundente sentencia de la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de València se detalla el modo de actuar de la acusada, que ideó un plan para engañar a su víctima con fines tanto económicos como sexuales. «Se fue ganando primeramente su confianza, para poco a poco hacerle creer en la existencia de un amigo gravemente enfermo, para obtener dinero y objetos, utilizando el engaño, la pena y la lástima, para realmente obtener un beneficio indebido a costa de la bondad y buena fe de la denunciante», aclara el fallo. «Hasta incluso conseguir un encuentro sexual que constituye el citado delito de abuso sexual», en referencia a la cita a ciegas donde le introdujo un dedo en la vagina sin su consentimiento mientras la víctima tenía los ojos vendados y creía estar siendo tocada por el italiano imaginario.

Dicho encuentro se produjo el 15 de junio de 2016 en el gabinete de belleza de la madre de la denunciante, en València, aprovechando que estaba cerrado al público. Según explica la sentencia y ya informó en su día Levante-EMV, Beatriz M., simulando voz de hombre, le pidió que debía esperarle con los ojos vendados para que no viera su estado de salud actual, ya que supuestamente estaba recibiendo tratamiento en el Hospital La Fe por una leucemia en fase terminal.

La propia víctima descubrió ese día el engaño al reconocer por debajo de la venda las zapatillas que portaba habitualmente Beatriz. La joven confesó en el juicio que se quedó en «estado de shock». «No me atrevía a quitarme la venda, una persona que está tan loca como para suplantar a otra durante tanto tiempo, poner voz de hombre y hacer todo lo que hizo conmigo es capaz de todo», declaró en la vista oral.

Pese a la insistencia de la víctima en marcharse de allí, la acusada prosiguió con el masaje, hasta que la joven gritó asustada y le pidió que se fuera. La ahora condenada apareció apenas unos minutos después disimulando y preguntando a su amiga qué le había hecho al italiano, al verlo salir corriendo del local.

Todo ello fue posible gracias a un «plan preconcebido», según considera probada la Sala, ya que «guiada por el ánimo de beneficiarse indebidamente a costa de los ajeno» la experta suplantadora de identidades trabó amistad con la denunciante en mayo de 2016 tras acudir al negocio de belleza de la madre de ésta. Así la convenció para que aceptara la solicitud de amistad que le iba a hacer en los próximos días, a través de la red social Facebook, un supuesto amigo de ella.

Convencida por su nueva «supuesta amiga» y atraída por las fotografías del apuesto Javier Gabrielle Sánchez Butterini -nombre que resultó ser falso-, la víctima aceptó la solicitud de amistad y «mantuvo contactos con él sin saber que en realidad era la propia acusada con la que estaba comunicándose».

Bajo esta identidad falsa la acusada le hizo creer que el joven padecía leucemia en fase terminal y estaba ingresado en el Hospital La Fe de València. Para el supuesto enfermo le hizo comprar dos teléfonos móviles, un ventilador para la habitación, «porque hacía mucha calor en el centro hospitalario», y la entrega de diversas cantidades de dinero, al menos 500 euros, según refleja la sentencia. De ahí, que se le condene también por un delito de estafa a ocho meses de cárcel.

La magistrada ponente remarca en el fallo que el relato de la víctima «resulta plenamente verosímil, coherente y lo ha mantenido sin diferencias de relieve a lo largo de la causa». Asimismo, «no se aprecia un móvil ni ánimo espurio, y su relato viene corroborado por datos periféricos suficientes».

La Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Valencia la condena por todo ello a cuatro años de cárcel por un delito de abuso sexual y a ocho meses por estafa, según la sentencia facilitada por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana. Además, la condenada, deberá indemnizar a la víctima con 900 euros por la compra del móvil, un ventilador y el dinero en metálico que le entregó pensando que eran para el italiano imaginario.