Oyó una discusión «muy fuerte» en un piso de su finca entre un hombre y una mujer, pero admite que no avisó a la comisaría, ni al teléfono contra el maltrato, 016. Por suerte, esa misma noche, agentes de la Policía Local de Sagunt liberaron de esa vivienda a una mujer y a cuatro niñas de 1, 3, 9 y 12 años de edad que llevaban entre 8 y 10 días retenidas allí por un hombre, bajo coacciones y amenazas; una intervención realizada después de que la misma víctima pidiera ayuda por teléfono a la Policía Local, pero no porque ningún vecino alertara.

Al menos, un residente en esa finca sí pudo haber dado ese aviso, al escuchar la fortísima discusión. Así lo admitió a la policía, después de que los agentes acudieran en ayuda de la mujer y de las cuatro menores sobre las once de la noche del viernes gracias a que la madre, de 34 años, pudo pedir auxilio cuando el detenido, de 43 años, las dejó al fin solas para irse de copas con un amigo.

El luego arrestado por detención ilegal, malos tratos y falsedad documental las había llevado mediante engaños a ese piso cercano a la playa del Port de Sagunt de un conocido suyo, donde él llevaba mes y medio, según los testimonios recogidos por los agentes, que insisten en la importancia de la colaboración vecinal para evitar casos como éste.

Se hizo pasar por una maltratada

Para atraerlas hasta allí, urdió toda una farsa. Con la excusa de que la mujer y las niñas cambiaran de aires durante las vacaciones de Navidad, convenció a su expareja para que viajara hasta allí, pero bajo una identidad falsa pues una orden de alejamiento le impedía acercarse y tener contacto con ella. Para lograr su objetivo, creó un perfil totalmente falso en una red social, se hizo pasar por una mujer víctima de violencia machista, como ella, y entabló amistad hasta ganarse su confianza.

La mujer, que reside en un pueblo de Madrid con sus cuatro hijas, finalmente se animó a hacer el viaje al Port con las cuatro en un coche. A mitad camino, el automóvil se les estropeó, llamó al seguro y acabaron el viaje en taxi.

Sin embargo, al llegar a su destino se topó con la peor sorpresa: en el piso estaba en realidad su exmarido, todo era una gran mentira y éste acabó reteniendo entre 8 y 10 días, bajo amenazas y coacciones; un golpe más duro aún teniendo en cuenta que, en teoría, él debía estar en prisión, pues había aprovechado un permiso penitenciario para no volver y, además, tenía pendiente otra orden de ingreso en la cárcel por atentado a agente de la autoridad. Incluso la obligó a ir a Madrid a por sus cosas para que se trasladase a vivir con él, quedándose a las niñas como rehenes y amenazando con hacerles daño si no regresaba.

La noche siguiente ya la durmió en la prisión de Picassent