Frío como un témpano de hielo y sin atisbo alguno de arrepentimiento, así se mostró ayer durante el juicio ante un jurado popular el joven acusado de matar a su madre en un domicilio de València en abril de 2011 y descuartizar su cadáver. Su horrendo crimen finalmente le va a acarrear una pena de solo diez años de cárcel, mucho menos de los 23 años que ya cumple entre rejas por acuchillar a sus tías -doble intento de asesinato- un tercio menos de los quince que pedía inicialmente la Fiscalía por un homicidio doloso y profanación de cadáver y muy alejado de los 25 años que solicitaba la acusación particular, que también contemplaba el delito de apropiación indebida ya que se apoderó de 45.000 euros de las cuentas de su progenitora.

Durante la vista oral reconoció punto por punto el relato de hechos de la Fiscalía, sin pestañear incluso cuando admitió haber troceado el cuerpo de su propia madre con un serrucho en tres trozos, que introdujo en bolsas de basura y arrojó a distintos contenedores. Así, esta confesión, unido a un acuerdo de conformidad entre las partes, ha propiciado esta considerable reducción de la pena.

El crimen se produjo entre el 20 y 24 de abril de 2011 cuando madre e hijo mantuvieron una acalorada discusión en la vivienda donde convivían, en la calle Alcalde Albors de València. Joan Carles L. M. confiesa que encerró en la habitación y que cuando logró salir, continuaron discutiendo en el salón. Así le «propinó un fuerte empujón, haciéndola caer al suelo de espaldas, dándose ésta un brutal golpe en la cabeza contra el suelo».

Después, según su relato, la llevó a la cama y en días posteriores la trasladó al cuarto de baño donde la troceó en tres partes. Ha quedado acreditado que Joan Carles actuó «con el propósito de terminar con la vida de su madre o, al menos, consciente de la probabilidad de un resultado mortal» de su acción.

Ocultó el crimen seis años

También confesó que le mandó un mensaje al lugar de trabajo de su madre y a la pareja de ésta suplantando su identidad, para hacer creer a todos que se había marchado por su propia voluntad. Las acusaciones han tenido en cuenta estas maniobras que realizó el acusado para ocultar su crimen y la frialdad demostrada. Según el informe de los forenses, que declararán el viernes, el acusado presenta «conductas que encajan con una personalidad psicopática que reacciona de forma violenta ante la frustración de sus expectativas».