Tres mil kilos de cocaína. Esa era la producción esperada, en su primera «hornada», por la organización desmantelada por la Policía Nacional y que montó, a lo largo del año pasado, uno de los mayores laboratorios de transformación de España en un chalé en mitad del monte, en la partida Cabeç Bort de Albalat dels Tarongers, en el límite con los términos de Sagunt y el Puig.

La vivienda, rodeada de monte mediterráneo y varias casas más habitadas solo en fin de semana o vacaciones, era el sitio ideal para poner en marcha el proceso de fabricación que los narcos emplean, habitualmente, en sus laboratorios en la selva amazónica de Colombia, Perú y Ecuador. Hace dos años, la Guardia Civil intervino otro laboratorio de similares características en una masía aislada de Serra capaz de producir 300 kilos de clorhidrato de cocaína al mes.

La organización asentada en Albalat subarrendó la casa hace prácticamente un año. Sus líderes, que vivían en un chalé de lujo en la Costa del Sol, negociaron en este tiempo con los productores colombianos en Perú de la pasta base los términos económicos y financieros del «acuerdo de colaboración».

Un laboratorio de extracción primaria en el país andina convertiría la hoja de coca en pasta base, que los «químicos» diluirían en harina de palmiste -residuo del proceso de estrujado del aceite de la semilla de palma- antes de exportarla hacia España a nombre de una empresa tóxica, esto es, propiedad de un presunto miembro del grupo.

Tras la habitual visita de los productores a España, para comprobar in situ la solvencia del grupo hispano-albanés, y tras acordar los porcentajes de beneficios y gastos correspondiente a cada uno, los colombianos enviaron diez contenedores con harina de palmiste desde un puerto del Pacífico. Solo uno de ellos traía pasta base, pero la Policía Nacional lo detectó a su llegada al puerto de Marín, en Pontevedra.

Fue la señal que esperaban los investigadores, agentes de estupefacientes y de crimen organizado de la Udyco central, para dar el zarpazo a los presuntos delincuentes. Eso sucedía en la última semana de diciembre y permitía la detención de los once sospechosos -españoles, albaneses, colombianos y un marroquí-. Cinco de ellos fueron apresados en València y el resto en Madrid (3), Valladolid, Vigo y Toledo.

El grupo asentado en València había recibido incluso instrucción química por parte de dos «cocineros» de la organización productora que los desplazó desde la selva a Albalat para entrenar a los nuevos «cocineros» en el procedimiento que permitía separar la pasta base del palmiste y convertirla luego en clorhidrato de cocaína, el polvo blanco listo para llegar a la calle.

En el chalé, la policía localizó garrafas y bidones con 8.500 litros de precursores para ese proceso químico -acetona, éter, gasolina...- y sacos de cloruro de calcio, suficientes para obtener esos 3.000 kilos de clorhidrato de cocaína. También fue localizado y detenido en la casa un hombre de nacionalidad marroquí que permanecía 24 horas en la casa, vigilando el laboratorio, y a quien llevaban incluso la comida para que no dejase ni un momento sola la vivienda, en la que, además, habían montado un incipiente criadero interior de marihuana en el sótano de la vivienda para ayudarse a financiar la compra de la pasta base.