La violencia machista entre los más jóvenes sigue siendo un caballo de batalla que las administraciones todavía no han sabido combatir con campañas de educación ante el maltrato en las aulas a edades tempranas. Solo así se explican casos como el de una adolescente de 17 años que llevaba soportando el control, los insultos y, en ocasiones las agresiones físicas, de su novio sin ser ni siquiera consciente de que era una víctima de esta lacra machista. «Lo quiero, me sabe mal denunciarlo», se decía una y otra vez esperando que su conducta cambiara.

Finalmente el pasado sábado se produjo un nuevo episodio violento entre la pareja en una localidad de la comarca de la Vall d'Albaida que no revela este periódico para preservar el anonimato de la víctima. La joven acabó contándole lo ocurrido a su madre, así como todo aquello que había tratado de ocultarle durante meses, pese a que su familia le advertía que era una relación tóxica para ella. Así interpusieron la correspondiente denuncia contra su novio por un delito de violencia contra la mujer.

El menor arrestado, también de 17 años, fue puesto a disposición de la Fiscalía de Menores y ayer prestó declaración en calidad de detenido en el Juzgado de Menores número uno de València. El adolescente negó haberla golpeado nunca y alegó que en todo caso se trataba de agresiones mutuas.

El juez acordó una medida de protección respecto de la víctima e impuso una orden de alejamiento a su presunto maltratador que le impide aproximarse a menos de 300 metros de ella y comunicarse de cualquier forma con la misma. De igual modo, el acusado de un delito de violencia contra la mujer deberá acudir a un programa de reeducación de control de impulsos y autocontrol de la ira.

De hecho, además a de a su pareja, el joven también fue detenido días atrás por un delito de lesiones tras agredir presuntamente a un amigo de su novia por celos.

Al igual que en los casos de violencia machista en adultos, en las parejas jóvenes los maltratadores también hacen suyo el «si no es para mí para nadie». En este caso en concreto ambos compartían las claves de redes sociales, para tener controladas a sus amistades en todo momento, y le revisaba el teléfono móvil para saber con qué chicos había hablado, todo ello signos evidentes de posesión por parte del acusado. Asimismo, constan mensajes amenazantes de éste hacia su pareja y víctima durante casi dos años de relación.