Javier Martínez, el homicida que confesó a Levante-EMV haber matado a Khalid Azzakhman, es hijo de uno de los hermanos Larios, la banda de atracadores más famosa de la crónica negra valenciana que tiñó de sangre la provincia en los años 80 con una serie de violentos robos y al menos seis asesinatos a sus espaldas, entre ellos tres guardias civiles tiroteados en un control de carretera entre Bétera y Burjassot en enero de 1984.

Fruto de dicho tiroteo resultó también herido de muerte el padre del ahora acusado por los delitos de homicidio, robo con violencia y profanación de cadáver. Andrés Martínez Larios, al que muchos consideraban el cabecilla de la banda, falleció desangrado en su casa de València tras ser llevado allí por su hermano Luis. "Vi a mi padre muerto en la cama con cuatro años", recordaba el asesino confeso durante la entrevista con este periódico.

Su tío, Luis Martínez Larios, pasó a ser el enemigo público número uno hasta que fue detenido y condenado a 96 años de prisión. Tanto a él como a su hermano, fallecido en el tiroteo con los guardias civiles, se les atribuían seis muertes, entre ellas un director de una sucursal bancaria, y dos más por las que Luis fue absuelto por falta de pruebas.

Respecto a la influencia que pudo tener en su infancia y posterior camino como delincuente la vida de su padre y de su tío, Javier Martínez se mostraba convencido de que él era así hoy, en parte, por lo que vivió durante aquellos años. "Cuando uno de pequeño empieza así ya no hay vuelta atrás".