La Guardia Civil ha recogido y enviado a analizar varios mangos de aperos de labranza ante la posibilidad de que puedan ser el arma homicida con la que fueron asesinados supuestamente por sus padres los niños Damiel, de tres años y medio, y su hermana Ixchel, de 5 meses. De momento, no hay una sola evidencia de que alguno de ellos sea realmente el arma del doble crimen.

Se trata de objetos que concuerdan con la descripción facilitada por los forenses tras analizar las fracturas mortales que presentaban los dos pequeños, y cuya naturaleza aún se desconoce, por lo que hasta que no se someta a un minucioso análisis en el laboratorio central de criminalística de la Guardia Civil, no se podrá establecer si guardan alguna relación con el caso.

Los astiles han sido recogidos esta mañana durante la tercera inspección ocular en el interior y el exterior de la casa de Godella donde en la madrugada del pasado jueves, 13 de marzo, fueron asesinados los pequeños y cuya finalidad ha sido detectar evidencias que clarifiquen el grado de participación de cada uno de los progenitores en el doble asesinato. Ambos permanecen en prisión por orden del juez de Instrucción número 4 de Paterna como autores, pero aún quedan muchas sombras en este caso.

La madre, con al menos un brote esquizoide ya diagnosticado por un psiquiatra forense al día siguiente de su detención por el doble parricidio, ha asumido el enterramiento de los pequeños, pero no su asesinato. De hecho, los psiquiatras están convencidos de que dice la verdad y ha borrado de su mente el momento de los crímenes.

Pese a que tanto los psiquiatras y forenses como los investigadores del grupo de Homicidios de la Guardia Civil están convencidos de que la autora material habría sido María G. M., todo apunta a una coparticipación del padre, Gabriel Salvador C., como mñinimo por inducción.

Sin embargo, y ante la posibilidad de una participación material en los asesinatos, los expertos del laboratorio de criminalística habían planificado para hoy una tercera inspección ocular en el domiclio y sus alrededores, en busca de nuevas evidencias.

De hecho, el padre llegó a confesar en algún momento que había visto a los niños muertos. Incluso mencionó la piscina y un pozo, por lo que ahora se trata de averiguar en qué puntos de esas afirmaciones fabulaba y en cuáles decía la verdad.

Rastro biológico en el arma

Uno de los objetivos de esta tercera inspección es el arma homicida, que, tal como adelantó en exclusiva Levante-EMV, sería un objeto contundente y cilíndrico, que no ha dejado huellas ni partículas en las lesiones analizadas durante la autopsia, por lo que ha de ser romo y sin bordes. Se cree que es un objeto de uso común, pero ni la madre lo recuerda ni el padre ha querido colaborar en su hallazgo.

Si aparece, los investigadores contarán con su análisis biológico para saber definitivamente quién o quiénes empuñaron el arma para golpear a los pequeños.

Además del domicilio, un equipo de buzos de la Guardia Civil está inspeccionando varios pozos próximos a la casa por cuyos alrededores solía salir a pasear María, muchas de las veces con los niños.

Celda individual para la madre

La madre que presuntamente asesinó a sus dos hijos el pasado jueves en Godella, María G. M., ha sufrido una crisis nerviosa en la prisión valenciana de Picassent lo que ha obligado a la dirección del centro a recluirla en una celda individual con un cristal desde donde es vigilada por otras dos reclusas de apoyo.

Fuentes penitenciarias han indicado a Efe que el incidente se produjo ayer en torno a las 14:00 horas cuando la interna, después de comer, se dirigía a la celda del módulo de enfermería junto con otros dos reclusas que el centro ha designado como presas de apoyo.

En ese momento, según el relato de las fuentes consultadas, la reclusa comenzó a decir que tenía miedo de hacer daño a las dos internas y salió corriendo hacia el patio en actitud nerviosa y agresiva.

Finalmente, unas funcionarias consiguieron reducir a la interna, que fue conducida a una celda individual que cuenta con una de sus paredes acristaladas y que está contigua a otra celda donde permanecen las otras dos presas de apoyo.

Tras la orden de ingreso en prisión el domingo, la dirección de la cárcel de Picassent acordó que la mujer fuera recluida en su módulo de enfermería, donde se ubican los servicios sanitarios del centro y, en plantas superiores, las celdas.

Además la prisión decidió que la mujer fuera incluida en el protocolo antisuicidios, por lo que cuenta con vigilancia adicional de dos presas