«Stop», esa es la palabra que dijo claramente la víctima de una violación ocurrida en una escuela de idiomas del Saler en junio de 2016, según ha insistido en todo momento la joven e incluso admitió haber escuchado el propio acusado.

La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de València ha condenado ahora a tres años y medio de cárcel por un delito de abusos sexuales con penetración al gerente del complejo en el que estaba alojada durante unos días la joven, de 26 años y nacionalidad holandesa, en compañía de su hermana.

«Para mí lo normal era penetrarla, estaba excitado y creía que ella también», esa frase, pronunciada por el procesado en su alegato, tratando de justificar que las relaciones sexuales fueron consentidas, ha servido para que la Sala dé todavía más credibilidad al relato de la víctima.

«Esta expresión es sin duda la más expresiva de que no estamos ante una relación sexual consentida por ambas partes, sino impuesta por la única voluntad del acusado, prescindiendo de los deseos de la chica», remarca el juez.

De igual modo, en la sentencia se destaca que es «indiferente» que la joven subiera voluntariamente o no a la cabaña, «a caballito» del acusado, como asegura él, o en brazos de éste, «pensando que era una especie de juego», según explicó la víctima. Así, pese a los besos iniciales, la joven le dejó claro en un momento dado que no quería tener sexo con él y que parara.

El propio acusado, de 45 años, recuerda que la joven «se puso nerviosa» cuando estaba penetrándola y «dijo 'Stop' un poquito más fuerte». De ello se desprende, según refleja la sentencia, que el ahora condenado «llevaba la iniciativa todo el tiempo y que ya antes le había manifestado su oposición a las prácticas sexuales que estaban manteniendo».

Los hechos, de los que informó en exclusiva en su día Levante-EMV, se produjeron en la madrugada del 22 de junio de 2016 en un campus de verano, situado en El Saler, donde la víctima y su hermana estaban alojadas aprendiendo español.

Esa noche ambas habían estado cenando y viendo un partido de fútbol en el bar del complejo, donde coincidieron con el gerente de la escuela. Después de beber al menos entre tres y cuatro botellas de vino blanco, según los hechos probados de la sentencia, la víctima estuvo bailando con el acusado y «charlando animadamente».

Así, mientras su hermana intimó con el camarero del bar, la joven empezó a besarse con el procesado. Hasta ahí todo normal. El delito comienza cuando una vez en la cabaña del acusado ésta le dice 'stop' y, pese a ello, el gerente consuma la violación.

La Audiencia lo condena a solo tres años y medio de cárcel por abuso sexual al contemplar las circunstancias atenuantes de embriaguez y reparación del daño, tras haber pagado 16.000 euros de responsabilidad civil.