Cuando una madre asesina a sus hijos y luego se suicida lo hace movida no por el odio, sino por un amor delirante que le lleva a desear liberarles de una realidad emocional en la que no contempla otra posible salida, según el experto de la Universitat de València (UV) José Gil, codirector del Máster Propio de Psicoterapia y Psicología Clínica de la UV.

Gil asegura que son casos de mujeres «que atraviesan una fuerte depresión que les hace creer delirantemente que, con el asesinato, hacen un favor a sus hijos», según explicó ayer la institución académica en un comunicado.

«Los matan por compasión, para liberarlos de sufrimientos futuros», asegura el investigador, que añade que los métodos utilizados para acabar con sus vidas «suelen ser fármacos que los adormezcan o la espita de gas, y casi nunca instrumentos traumáticos, cuchillos o armas de fuego», porque son más violentos y entrañan mayor dolor y consciencia para las víctimas.

Ahorrar sufrimientos

Según José Gil, la depresión «juega un papel muy importante en este tipo de muertes».

«Las ideas delirantes que se desarrollan en una depresión con síntomas psicóticos son pensamientos de culpa y de ruina, ideas catastróficas respecto a un futuro negro, que invaden la vida de la persona y que piensa que el futuro de sus hijos va a ser horrible», concreta José Gil.

Sin embargo, «cuando la homicida no intenta suicidarse tras dar muerte a sus hijos, se presentan otro tipo de conflictos como el odio, la venganza y el resentimiento», asegura el experto en psicología.

Según datos de la ONG Save the Children, el 24 % de los últimos 100 asesinatos a niños y niñas registrados desde 2012, fueron a manos de sus madres, el 36 % de sus padres, en casos de violencia machista, y el 7 % como consecuencia de un suicidio por acoso escolar. El restante 33 % son homicidios imprudentes o asesinatos realizados por personas externas a la familia.

Del 24 % de madres que asesinan a sus hijos, un tercio intenta suicidarse después y el 23 % lo consigue en lo que los expertos llaman «muerte didáctica, suicidio extendido o suicidio ampliado».

Éste es uno de los temas que se abordan en el Máster, que codirige Gil junto a la directora del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Facultat de Psicologia de la UV Inmaculada Montoya y que en octubre comenzará su vigésimo cuarta edición.