Un juzgado de Sagunt investiga la muerte, en extrañas circunstancias, de un hombre de 38 años de edad, Jacobo H., cuyo cuerpo sin vida fue encontrado en la tarde del miércoles en un adosado de Petrés en el que al parecer vivía de manera ilegal. El fallecido tenía un cable enrollado en torno al cuello y bajo su cabeza había sangre. El informe preliminar de la primera autopsia -hoy será completada con un análisis más amplio y la participación de otro forense- establece que se trata de una muerte violenta, aunque no está claro cuál fue el mecanismo que la provocó.

El cuerpo sin vida fue encontrado por la hermana de Jacobo, según explicó esta a la Guardia Civil, dentro de la casa ubicada en el número 21 de la calle Lepanto, en Petrés.

Se trata de una manzana de viviendas unifamiliares adosadas cuya construcción quedo inacabada al abandonar la obra el promotor durante la crisis económica. Esa circunstancia era aprovechada por Jacobo y otras personas para pernoctar en el interior, pero también para reunirse a consumir alcohol y, en ocasiones, marihuana. Muchas de las veces, eran adolescentes quienes iban al núcleo de viviendas.

La hermana alertó de inmediato al servicio de emergencias a través del 112. En pocos minutos, llegó la primera patrulla de la Guardia Civil del puesto de Estivella. Al ver las circunstancias que rodeaban el cadáver y, ante la posibilidad de que no se tratase de una muerte natural, los agentes pidieron la presencia del equipo de Policía Judicial de Puçol, y avisaron también al juez de Instrucción número 2 de Sagunt, en funciones de guardia, y a la forense, quien, desde el primer momento, se inclinó por la hipótesis de que se trataba de una muerte violenta. Tras examinar el cuerpo in situ, el juez ordenó su traslado al Instituto d Medicina Legal de València, donde ayer se le empezó a practicar la autopsia.

¿Quién le colocó el cable?

El examen forense, reforzado con un segundo profesional, será ampliado hoy para establecer la causa de la muerte, que ayer no quedó clara. De hecho, en principio la forense considera que hay indicios de muerte violenta, pero no ha sido posible establecer el mecanismo.

Por lo que respecta al cable, al parecer, estaba enrollado en el cuello, pero no hay marcas de estrangulamiento en la piel ni en el tejido muscular, por lo que una de las hipótesis es que fuera el propio Jacobo quien lo colocase en torno a su garganta por razones que aún no han sido aclaradas. Inicialmente también había sospechas de que tuviera golpes en la cara, aunque, de momento, eso está descartado con el examen forense realizado.

El caso está ahora en manos del grupo de Homicidios de la Guardia Civil de València, que ayer inspeccionó durante horas el interior de la casa en busca de indicios que refrenden o descarten el asesinato.

Según la información recabada por este diario, Jacobo vivía antes en el domicilio familiar de sus padres. Al parecer, tenía una fuerte dependencia del alcohol.