La Audiencia de Bizkaia ha condenado a trece años de prisión a cada uno de los tres acusados de violar a una chica de 18 años y de grabarlo y difundirlo con un teléfono móvil en Bilbao en 2017.

Según la sentencia hecha pública este martes, se les condena a diez años de prisión a cada uno por delitos contra la libertad sexual y a otros tres años por revelación de secretos, al grabarlo y difundirlo con el móvil.

Los tres jóvenes condenados, llamados Elvis, Guss y Henry, tenían entre 20 y 28 años cuando ocurrieron los hechos, el primero nacido en Ecuador, y los otros dos colombianos.

La agresión se produjo el 14 de enero de 2017 en un zona de "vending" -pequeño recinto con máquinas expendedoras de comidas y bebidas- de la zona bilbaína de Solokoetxe, a la que acudieron los acusados y la víctima tras salir de una sala de fiestas.

Según los hechos narrados en la sentencia, queda probado que la joven, L., consumió bebidas alcohólicas de manera constante y fumó cannabis en la discoteca, y también había tomado medicación antidepresiva por prescripción de su médico, por lo que "sus capacidades de comprender, querer y controlarse estaban enormemente afectadas".

En ese estado, "se besó y abrazó con cualquier persona que se le ponía por delante; se tambaleaba, balbuceaba y era difícil entender lo que decía", por lo que los jefes de seguridad indicaron a un vigilante que la sacaran del recinto después de que se meara en la pista.

Dos de los hombres, Elvis y Henry, que habían estado en la discoteca, estaban fuera de la misma cuando la chica dejó el local, a las siete menos diez de la mañana, vestida solo con unos "leggins" y una camiseta corta, a pesar del frío y la lluvia.

Los dos hombres "conscientes del estado de desorientación y desinhibición de L., evidente también por sus dificultades para vocalizar y razonar, e incluso para caminar sin tambalearse, decidieron irse con ella calle abajo".

Así llegaron al "vending" de Soloketxe, donde los hombres y la chica accedieron a su interior. Allí los dos hombres la penetraron anal y vaginalmente, al mismo tiempo, según quedó grabado por una cámara de seguridad instalada en lugar.

El tercer implicado, Guss, amigo de los anteriores, que pasaba por allí, permaneció vigilando en el exterior del local, entró y colocó su pene en la boca de L. para que le practicara una felación.

Henry había comenzado a grabar la escena percantándose la chica de ello e intentando arrebatarle el teléfono, pero no lo consiguió. Finalmente, un hombre que pasó por la zona se acercó a ver qué ocurría y se fueron todos del lugar.

La joven se despertó sobre el mediodía en un portal de un edificio del barrio de Santutxu, desorientada y sin recordar dónde había estado ni lo que había ocurrido, y llamó a su padre, que la recogió.

Cuando fue reconocida por el médico forense presentaba hematomas en la rodilla derecha , el muslo, el codo derecho y la espalda, y un edema frontal.

La sentencia impone la máxima pena posible en este caso, 10 años a cada uno, por estimar que "el trato propinado a la mujer fue denigrante, llegándose a practicar, al tiempo, hasta tres penetraciones, anal, vaginal y bucal, en el cuerpo de L. con un desprecio mostrado hacia quien no era consciente de nada, utilizando el cuerpo de la joven como si de una muñeca inerte se tratara".

Respecto a la grabación con el móvil, les condena a dos de los hombres a tres años por un delito contra la intimidad y al tercero a tres años y medio por haberlo difundido -lo pasó por "wasap" a uno de sus contactos- además de grabado.

En el juicio, que se celebró a puerta cerrada, la Fiscalía pidió cerca de los 80 años de prisión para los tres jóvenes, y la acusación particular más de cien años de cárcel, mientras que las defensas reclamaron su libre absolución y puesta en libertad, ya que argumentaron que la relación fue consentida.