La realización de pruebas preconstituidas mediante el sistema de cámara Gesell en casos de menores víctimas de delitos sexuales están pensadas precisamente para evitar una doble victimización de los niños, personas que por su temprana edad son especialmente vulnerables. No obstante, de nada sirve si la grabación no se realiza de la forma correcta, bajo la supervisión de una psicóloga en contacto con la menor en la citada habitación acondicionada, y seguida de forma simultanea y externa por las partes. Cosa que no se hizo en la causa concreta contra el abuelo de una niña de seis años acusado de agredirla sexualmente y que ayer tenía que haber sido juzgado en la Audiencia Provincial de València.

El procesado, que se enfrenta a una pena de diez años de prisión por un delito de agresión sexual a persona menor de edad, titubeó y suspiró cuando la presidenta de la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de València le preguntó si era consciente de los hechos por los que estaba acusado y si se declaraba culpable. Tras dudar unos instantes finalmente acabó negando ser autor de los mismos, siendo por lo tanto de vital importancia la declaración incriminatoria de la víctima, que ahora tiene nueve años.

Incomprensiblemente, tras revisar la prueba preconstituida, realizada hace ya casi tres años, en la que se escucha perfectamente la declaración de la menor, captada mediante la llamada cámara Gesell en un ambiente idóneo para que pueda contar hechos tan graves como los que presuntamente cometió su abuelo con ella, la Fiscalía apreció que dicha grabación estaba mal realizada ya que se observa únicamente una sala vacía de los juzgados de Sagunt y al fondo en una pequeña pantalla la videoconferencia con la habitación donde está la niña junto a la psicóloga del Instituto de Medicina Legal de València.

A tenor de que apenas se ve a la menor y no se pueden apreciar sus gestos y que incluso se observa que las partes no estaban presentes en la toma de declaración, ambos motivos para invalidar dicha prueba preconstituida, la fiscal solicitó la toma de declaración de la víctima durante la vista oral. Así, pese a que ya han transcurrido tres años y que el desarrollo evolutivo de la menor dificulta que su relato de los hechos sea idéntico al que ya realizó en una habitación acondicionada y sin la presión de miradas de terceros (que solo la ven a través de un vidrio), la víctima tendrá que revivir nuevamente la pesadilla vivida.

Los padres de la menor se negaron a que su hija sea sometida de nuevo a un interrogatorio por lo sucedido y el juicio tuvo que suspenderse al solicitar la Fiscalía el nombramiento de un asesor judicial para la víctima argumentando un posible conflicto de intereses con los padres. Aunque no era la intención de los padres proteger al acusado -abuelo paterno- sino evitar que su hija se enfrente al doloroso momento de revivir las agresiones sufridas, la Sala entendió que era conveniente nombrar un asesor, más aún teniendo en cuenta que los abusos sexuales fueron destapados en octubre de 2016 por una profesora de la niña y no por los progenitores.

La declaración de la niña, que dio en su día numerosos detalles que descartan una posible fabulación, se presenta como la principal prueba de cargo contra el acusado.