El último turno de palabra para los acusados antes de finalizar los juicios suele ser aprovechado por muchos de ellos para mostrar su arrepentimiento, algunos en un intento desesperado para que los magistrados que dictarán sentencia sean algo más benévolos en el fallo. Pero en el caso Javier M. L., el homicida detenido tras confesar su crimen a Levante-EMV, juzgado esta semana junto a su presunta cómplice ante un jurado popular, sus últimas palabras antes del veredicto fueron para todo lo contrario.

El acusado de los delitos de homicidio, robo con violencia y profanación de cadáver arremetió contra los miembros del jurado señalándoles con el dedo e incluso contra la magistrada, a quien faltó gravemente el respeto. Además, profirió ataques racistas contra el propio fallecido. «No me arrepiento de nada, que le jodan al moro y a usted, puta», dijo dirigiéndose a la jueza.

Su reacción pilló por sorpresa a todos en la Sala, tanto a su letrado, Juan Fernández, como al de la coacusada, el abogado Francisco Alfonso Bonet. E incluso al abogado de la acusación particular, Efraín Latorre, quien ya había advertido al jurado el primer día de juicio del carácter violento del acusado.

Javier M., hijo de uno de los hermanos Larios, la banda de atracadores más sanguinaria de la Comunitat que sembró el terror en los años 80, pidió que le pusieran la máxima pena. «18 años son pocos, quiero 25». Así insistió en que «el moro bien muerto está» refiriéndose a su víctima, Khalid A., de 48 años y origen marroquí, padre de dos niñas pequeñas.

Culpable por unanimidad

El jurado popular, después de estas afirmaciones, poco tuvo que dirimir y esa misma tarde lo declaró culpable por unanimidad de los delitos de homicidio consumado, robo con violencia y profanación de cadáver. Asimismo, a su cómplice también la declaró culpable de los mismos delitos, aunque su pena será inferior por el grado de participación.

En el veredicto los miembros del jurado remarcan como «elementos de convicción el video autoinculpatorio realizado al periodista de Levante-EMV, la grabación de la confesión telefónica a su madre y el registro de llamadas telefónicas realizado por la Policía Nacional». Respecto a la culpabilidad de Ana M. V., «ha quedado demostrada en base a las declaraciones realizadas por ambos acusados».

El crimen se produjo el 9 de enero de 2017 aunque el cadáver de la víctima no fue localizado hasta cinco meses después tras la confesión del asesino realizada a este periódico.