Los dos jóvenes detenidos en Portugal por asfixiar al propietario de una finca de Sot de Chera que los acogió en su casa y que después de matarlo arrojaron su cadáver, atado de pies y manos y con una bolsa en la cabeza, a una piscina con una piedra de 30 kilos de peso para retrasar el hallazgo del cuerpo, se acusaron ayer mutuamente durante el juicio celebrado ante un jurado popular. Ambos reconocieron haber estado esa noche del 1 de agosto de 2016 en dicha localidad, como así demuestra el posicionamiento de los teléfonos móviles, pese a que tres días antes el dueño los había obligado a irse. Sin embargo, su relato difiere básicamente en que uno atribuye al otro haber entrado en la casa, mientras el otro esperaba fuera, que por supuesto desconocía las intenciones homicidas de su compañero.

Por un lado, Alexandre F. G. B., de nacionalidad portuguesa, sostiene que ni siquiera fue a la casa, sino que se quedó esperando durante horas en la entrada del municipio donde los había dejado el autobús. «Andre apareció con el coche de Pedro, lleno de libros, muy nervioso y diciendo que nos teníamos que ir rápido a Portugal», alegó. Respecto a las fotografías de la colección de tebeos que sustrajeron al fallecido, localizadas por la Guardia Civil en la tableta de los sospechosos, el acusado insistió en que era del otro procesado y él nunca la usaba.

Por su parte, Andre A. W., de origen brasileño, confirmó que el otro acusado y él eran pareja y que acudieron a la finca de Sot de Chera a mediados de junio de 2016 tras contactar con la víctima en una web de «intercambio cultural». Mientras que su compañero aseguró que realizaban labores como «la limpieza de la piscina, mantenimiento de los jardines y restaurar muros», esperando una remuneración, Andre sostiene que «el anfitrión» los alojaba sin dinero de por medio y que le ayudaban en cuestiones familiares.

La clave está en una discusión que mantuvieron con la víctima el 29 de julio, aunque los dos acusan al otro de protagonizarla. «Nos echó de mala manera, después de haberle ayudado», recuerda Andre. Sobre su participación en el crimen alega que se quedó fuera de la casa y que, al ver que su compañero no salía, entró y se encontró el cadáver junto a la piscina, ya atado y con una bolsa en la cabeza. «Solo le ayudé a tirarlo a la piscina», confiesa el acusado, al que incriminan también unos mensajes enviados a una amiga donde confiesa el crimen.

El fiscal solicita para cada uno de ellos una pena de 25 años de prisión por un delito de asesinato. Después de que la víctima los echara de su casa «se sentían traicionados por Pedro Pablo B. A., de 53 años, y deseaban vengarse de lo que consideraban un mal comportamiento de éste. Así idearon de común acuerdo acabar con su vida y planificaron volver a la finca para matarlo sin correr riesgos».