Iban a ser unas vacaciones más del agente de Policía Nacional destinado en València Rubén Castillo y de su novia, también policía nacional, y han acabado convirtiéndose en las de su 'adopción' como héroe por el archiconocido New York Police Department (NYPD), la policía de la ciudad más cinematográfica de los Estados Unidos. La razón: salvó a un agente neoyorquino de la agresión de un hombre, a quien redujo y ayudó a detener ante la mirada pasmada de cientos de curiosos. ¿Por qué lo hizo? «Porque soy policía y te sale de dentro. Vi a una persona, en este caso a un compañero, en riesgo y no pensé en el peligro ni en que, siendo Estados Unidos, el agresor podía ir armado. Solo pensé en actuar y ayudarle para evitar que pudiera robarle el arma y aquello terminara mucho peor, porque el agente se había quedado aturdido y estaba solo».

Sucedió en Manhattan. Rubén y su novia estaban en la plaza más famosa de la Gran Manzana, Times Square. Las calles estaban más tomadas que nunca: ese domingo era el último día de la World Pride 2019, la fiesta mundial del Orgullo, con unos 5.000.000 de visitantes.

«Vimos que un policía le llamaba la atención a un hombre porque tenía a su perro suelto y molestaba. El hombre, que le sacaba una cabeza al agente, se le encaró a pocos centímetros y le gritó varias veces 'fuck you' [jódete, en inglés]. Cuando el policía vio que le iba a dar un cabezazo en plena cara, se echó ligeramente para atrás. Eso, y el fuerte cabezazo que finalmente le propinó, le hicieron caer de espaldas, aturdido. El otro se echó encima y entonces no me lo pensé: desde el lateral, lo cogí por detrás y le reduje inmovilizándole un brazo a la espalda. Luego lo eché al suelo. El policía le colocó un grillete y con la otra mano pedía refuerzos por la emisora. Vi que no podía hacerse con él, así que le dije que yo era policía español y con gestos le hice entender que estaba allí para ayudarle».

Rubén le colocó la segunda esposa y, ya neutralizado, «le hice un cacheo preventivo y le dije al policía que tranquilo, que estaba controlado». La muchedumbre prorrumpió en aplausos y entonces llegaron decenas de policías, que se llevaron al detenido. Poco después, le pidieron a Rubén, que lleva 11 años como policía, todos ellos en València, que acudiera a la comisaría. Allí lo recibieron como a un héroe, «me explicaron que para ellos, que alguien ayude a uno de sus agentes es motivo de admiración y agradecimiento, todo un honor. En esa comisaría perdieron a 12 ó 13 policías en el 11S y otros han sido asesinados por delincuentes en enfrentamientos en la calle o por gente que les ha robado el arma». Una veintena de policías le pidió hacerse fotos con él y se intercambiaron los teléfonos. «Me animaron a que vuelva cuando quiera y que ellos se ocuparán de todo para que no nos falte de nada».

Rubén, desbordado, recibió también parches textiles de distintos departamentos de la policía neoyorquina y tuvo que ir al hotel y volver con varios del Cuerpo Nacional de Policía que llevaba en su equipaje «porque querían al menos uno para el cuadro de honor». Alrededor de ese espacio, las fotos de los agentes muertos en acto de servicio. En el cuadrado central, los de otras policías que, de un modo u otro, han prestado ayuda al NYPD. Y en el centro -«en la posición de máximo honor», aclara Rubén Castillo- luce desde el pasado 30 de junio el de la Policía Nacional española. «Fue muy emotivo», asegura.

Pero no fue todo. El máximo responsable de la comisaría ha enviado un correo electrónico al jefe de brigada de Rubén en València, felicitándole por la intervención del 'officier Castillo', como reza el escrito, por su brillante colaboración y su espontáneo auxilio a un 'NYPD officier' en apuros.

El policía valenciano, que actualmente presta servicio en un grupo de intervención rápida -la Unidad de Prevención y Respuesta (UPR)-, en València, ya había pasado por una experiencia similar, pero en aquella ocasión, fue él el atacado. Ocurrió en septiembre pasado, durante una intervención con un grupo colombiano de estafadores muy violento. Uno de los detenidos le propinó un cabezazo que le dejó aturdido y el delincuente trató de robarle el arma, incluso llegó a romper el arco de seguridad de la funda. Por fortuna, Castillo pudo repelerlo y reducirlo. En Times Square, seguro que esa imagen volvió a cruzar por su mente. Y actuó.