Apenas diez días después de agredir brutalmente a su pareja por el mero hecho de que no quedaran cervezas en la nevera, y quebrantando la orden de la alejamiento impuesta por el juez, este presunto maltratador reincidente intentó matar a golpes su víctima, delante del hijo de cuatro años de ella, hasta dejarla moribunda en la terraza de la vivienda donde convivían, en el valenciano barrio de Benimàmet. La joven sobrevivió tras permanecer 16 días hospitalizada en coma y ahora su agresor se enfrenta a una pena de diez años y cinco meses de cárcel por tentativa de homicidio, lesiones, amenazas y quebrantamiento de medida cautelar.

El acusado reconoció ayer parcialmente los hechos en el juicio celebrado en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de València. En busca de una posible reducción de la pena manifestó que lo ocurrido «no debería de haber pasado», pero acto seguido trató de justificar la brutal paliza alegando que «iba muy fumado».

«Nos colocamos de marihuana y nos peleamos», argumentó sin detallar los golpes que le propinó presuntamente a su novia en la cabeza y por todo el cuerpo, hasta que su padre llegó y medió para que parara de golpearla.

Los hechos ocurrieron el 23 de octubre de 2017 en la vivienda de los padres del acusado, en Benimàmet, donde convivía la pareja.

La defensa del procesado pretende que se le aplique una eximente completa al entender que su cliente sufrió un «brote de tipo psicótico». La Fiscalía admite ese hecho a partir del informe de los médicos forenses del Instituto de Medicina Legal, pero no considera que sea suficiente para anular totalmente su responsabilidad, por lo que solicita pena de cárcel y no un internamiento en un centro especializado. Asimismo, la fiscal incidió sobre sus contradicciones sobre el consumo de marihuana de esa noche, ya que el procesado insistió en el juicio que había fumado «bastantes porros», cuando durante la fase de instrucción manifestó que solo se había consumido uno.

La víctima apoyó la versión del brote psicótico, sin ser quizás consciente de ello, al explicar que la agresión comenzó al ver a su compañero sentimental cogiendo del cuello a su hijo de cuatro años, porque decía que «tenía el diablo dentro». Pero al mismo tiempo relató toda una serie de conductas violentas y controladoras de su pareja propias de un maltratador machista.

«Tuve que dejar el trabajo de camarera porque él no quería», explicó, a la vez que relataba algunas de las amenazas de muerte e insultos que éste le profería. «Me amenazó con atropellarme con el coche». Asimismo, la víctima se lamentó de haber vuelto con él tras la paliza apenas unos días antes. «Se me arrodilló en el parque y me pidió que le perdonara», explicó -actitud muy común en los maltratadores-. «Lo creí, y a los cuatro días el palizón».