Cuando se dice que Marcel Popa, que ayer cumplió 45 años, le salvó la vida a Stefania Stanciu, la mujer salvajemente atacada por su pareja en el apartamento del Perellonet donde vivían desde hacía años, es absolutamente literal. «Si tardamos un poco más en entrar en la casa, la habría matado. Seguro». Es Marcel quien habla, a regañadientes, porque no quiere publicidad, Cree que hizo «lo que tenía que hacer, ir a ayudarla». Su mujer muestra la misma humildad. «No queremos fotos, no queremos nada. La ayudamos. Estamos todavía en shock. Cuando lo ves en la tele, es terrible. Pero aquí, al lado de tu casa, a una persona que conoces, no tengo palabras...».

Marcel, que ayer celebró su cumpleaños con los suyos, y Daniela (39 años) llegaron de su Transilvania natal, en el norte de Rumanía, hace doce largos años. No han dejado nunca de trabajar. «Llegamos muy jóvenes. Nos sentimos ya más de aquí que de Turda», el pequeño pueblo del que emigraron en busca de una vida menos dura. Ella trabaja en un centro comercial, aunque ahora, con un bebé de siete meses -Isabel Victoria-, lo ha tenido que dejar. Él, se divide entre labores en el campo y en un vivero especializado en planteles de hortalizas.

El sábado por la noche, Marcel fregaba los platos y aseaba la cocina. Había mucho griterío de niños en la calle. Aún así, le pareció escuchar un grito de mujer. Pensó que se equivocaba. «Isabel no se dormí», explica su madre, «así que la dejé en el sofá y me fui a arreglar la habitación. Menos mal, porque ahí ya sí que la escuché claramente pedir socorro en rumano, con la voz desesperada».

Salieron al rellano y se toparon «con varios vecinos más, que estaban nerviosos, ante la puerta, porque llevaban ya un poco escuchándola gritar». Marcel dio un puntapié y un empujón a la delgada chapa de madera de la vivienda ubicada en la puerta 84, del edificio sito en el 10 de la calle de l'Escotilla del Perellonet. La hoja cedió sin dificultad y Marcel entró corriendo.

A horcajadas sobre ella

«Lo vi al fondo del pasillo, casi en el salón. De espaldas a mí. Estaba sentado sobre ella y la golpeaba, mientras ella gritaba pidiendo auxilio. Fui corriendo hasta ellos y le di una patada en la espalda para apartarlo de la mujer. Cuando cayó, girado, vi que llevaba un destornillador grande que le había clavado a mujer. Entonces, lo sujeté por detrás y le quité el arma. Luego, se quedó quieto, sin decir nada».

Para entonces, los vecinos habían llamado varias veces al 112. La ayuda médica y policial estaba en camino. Marcel se encargó de mantener vigilado al agresor, mientras su mujer, Daniela, y otros vecinos, prestaban ayuda a la mujer.

«Sangraba por el pecho y por la cabeza. Por lo visto le había pegado antes varias veces con un martillo. Estaba muy mal», recuerda Marcel, quien agrega que «intentaba taponarse la herida del pecho con un cojín».

«Casi no podía hablar, estaba como a punto de desmayarse», confirma Daniela. Una ambulancia del SAMU le prestó los primeros auxilios y a continuación la evacuó de urgencia a un hospital de la ciudad, donde permanece en estado muy grave.

Mientras llegaba la ayuda médica, el agresor «llamó a su hermano y le contó que había apuñalado a su mujer y que había estado a punto de matarla. Luego, se puso a decirnos que se diera prisa la ambulancia».

Apenas los conocían

Aunque Stefania y su agresor también son de Rumanía, Daniela y Marcel apenas los conocían. «El hola y adiós típico entre vecinos, pero poco más», explica ella. «Pero ahora, cuando la recuerdo en el ascensor, yendo o viviendo del trabajo, se me remueve todo. ¡Pobrecita! Es muy duro cuando conoces a la persona, aunque solo sea de vista», valora.

Tampoco pensó en las consecuencias cuando actuó. «Al entrar, solo pensé en ayudarla a ella y en apartarlo de encima. Fue al darse la vuelta cuando vie el destornillador. La verdad es que se podía haber enfrentado a mí, pero en cuanto lo separé de la mujer, ya no hizo nada más».

El detenido, del que se hizo cargo la primera patrulla que llegó, de la Policía Local de València, fue trasladado más tarde por una dotación de la Guardia Civil al cuartel de Alfafar, donde se han instruido las diligencias.

El acusado ingresó ayer en la cárcel por orden de la jueza de Violencia sobre la Mujer número 2 de València, que decretó prisión provisional, comunicada y sin fianza. Hace tres años, en 2016, ya había sido detenido por agredir a la misma pareja.