Juanjo Vidal, el empresario valenciano que pilotaba el ultraligero, y su amigo Gustavo Serrano acababan de despegar del aeródromo de Binissalem cuando sufrieron la colisión con el helicóptero, a escasos siete kilómetros de su punto de despegue. Las parejas de ambos todavía estaban mirando al cielo, siguiendo el rumbo que había tomado la aeronave cuando vieron «como una sábana volar», así describieron lo que al parecer era el ala del ultraligero.

«Su mujer estaba en shock, acabab de ver como caía el ala tras desprenderse y quería ver los cuerpos, obviamente no les dejaron porque era mejor no verlo», explican fuentes del citado aeródromo.

El valenciano fallecido, afincado en Mallorca desde hacía años, guardaba su ultraligero Aeroprakt en Binissalem desde hacía año y medio. Anteriormente lo tenía en el aeródromo de Vilafranca de Bonany, que él mismo gestionaba. Actualmente tenía una empresa náutica, según las fuentes consultadas por este periódico.

Los que lo conocían aseguran que era un piloto experimentado, de hecho «viajaba con mucha frecuencia y hacía trayectos largos a la península con su ultraligero, lo que no es habitual», explica Pablo.

Casado y sin hijos, «era un chaval estupendo», asegura Juan Carbonell, conocido del piloto, quien acudió al lugar donde cayeron las dos aeronaves siniestradas. «Su mujer lo ha visto desde el aeródromo de Binissalem; ha visto la humareda y me ha dicho que lo ha visto caer», relataba tras el accidente. «Esto no suele ocurrir, ha sido un fallo fortuito en un sitio de mucho tránsito», argumenta el responsable del aeródromo del que despegó el ultraligero. «Seguramente el helicóptero iría volando más bajo y ha subido, por eso no lo ha visto», apunta.