Un médico especialista en psiquiatría con consulta privada en València, y que ha ejercido también como docente en una universidad de València, se enfrenta a diez años de prisión por abusar presuntamente de forma continuada de una paciente menor de edad, a la que trataba por un trastorno alimentario y de la conducta. J. V. I. se habría aprovechado, según el relato del Ministerio Fiscal, de la vulnerabilidad de la niña para ganarse su confianza y «saciar su apetito sexual» con todo tipo de tocamientos, bajo el pretexto de ser parte de la terapia.

Los abusos sexuales comenzaron a finales de 2012 cuando la menor apenas tenía trece años de edad, y se prolongaron hasta diciembre de 2015, cuando ya tenía 16 años, al detectar el gabinete psicológico del centro que la estaban tratando en ese momento una «relación anómala» entre la menor y una fuerte «dependencia emocional» con el procesado.

Asimismo, en marzo de 2016 la Fiscalía denunció los hechos, al apreciar claros indicios de un posible delito de abuso sexual continuado a persona menor de edad, y por reparto se hizo cargo del caso el Juzgado de Instrucción número dos de València. Según los informes psicológicos de la menor, realizados por las especialistas de la Unidad de Psicología Forense del Instituto de Medicina Legal de València, la víctima presenta una «alta vulnerabilidad psíquica, diagnosticada de trastorno alimentario, con rasgos depresivos de la personalidad.

El procesado se aprovechaba de esta debilidad emocional de la menor y de los enfrentamientos de ésta con sus progenitores, para ir poco a poco ganándose su plena confianza «adoptando un rol comprensivo» y convenciéndola para que «si intimaban más estrechamente él podría ayudarla».

El acercamiento emocional llevó al acercamiento físico. Así, en los encuentros con la menor, en su consulta privada de València, el psiquiatra «la sentaba en sus piernas, la desnudaba, le acariciaba y le besaba las cicatrices que tenía -de las autolesiones que se infligía la menor-, todo ello guiado por la finalidad de satisfacer su apetito sexual», según remarca el fiscal en su escrito de conclusiones provisionales.

En junio de 2014 los padres de la adolescente, aunque desconocían la actitud lasciva del psiquiatra con su hija, interrumpieron el tratamiento por un desacuerdo al no ver resultados, acudiendo a otros profesionales. Pese a ello, y dada la relación de dependencia de la niña hacia él, el acusado siguió concertando encuentros físicos con ella, donde la desnudaba, le daba cachetes en los glúteos si se portaba mal, le acariciaba las nalgas y le besaba sus partes íntimas. Ya cumplidos los 16 años, el acusado incrementó la gravedad de los abusos. Según le decía, «su cuerpo le pertenecía a él» y era una especie de «Ángel de la Guarda».

Por todo ello la Fiscalía solicita una pena de diez años de prisión por un delito continuado de abusos sexuales a menor de edad, así como ocho años de libertad vigilada y otros seis de inhabilitación para el ejercicio de la psiquiatría. De igual modo debería indemnizar a su víctima con 20.000 euros.