La fuga el pasado lunes de un preso que había sido trasladado a la Ciudad de la Justicia de València para declarar en un juicio por tráfico de drogas, quien presuntamente abrió el pestillo de su celda utilizando los cordones de sus zapatillas a modo de lazo, ha puesto en tela de juicio los protocolos de seguridad que se siguen en los traslados desde los centros penitenciarios y durante su estancia en los calabozos de las dependencias judiciales.

Fuentes de la Guardia Civil confirmaron que aunque se les cachea antes de subir al furgón para su traslado, donde se comprueba que no lleven ningún objeto punzante o elemento potencialmente peligroso, no existe actualmente la obligación de retirar los cordones del calzado, cinturones u otros elementos de la vestimenta, como sí ocurre con cualquier detenido tras su arresto.

Así, una vez realizado el traslado el reo queda custodiado por la Policía Nacional, quien supuestamente debe ser la encargada de cachear nuevamente al preso y retirar todo elemento que considere peligroso, tanto para él como para el resto de detenidos, así como para los propios funcionarios. No obstante, por cuestiones de imagen de cara al juicio, donde las defensas de los acusados prefieren que su cliente muestre un aspecto lo más pulcro posible, suele ser habitual ver a los detenidos esposados pero con su calzado perfectamente atado, así como con relojes, pulseras o cinturones.

A raiz del episodio del pasado lunes, cuando un preso, de 48 años y con numerosos antecedentes, se fugó de los calabozos de la Ciudad de la Justicia usando supuestamente los cordones de sus zapatillas, y tan solo tres minutos después era captado por las cámaras de videovigilancia saliendo por la puerta principal de los juzgados, fuentes de la Conselleria de Justicia han confirmado que se va a estudiar de forma conjunta con la Policía Nacional las medidas de seguridad para ver qué se puede mejorar.

Se trata de la tercera fuga de este tipo que se ha producido en la Ciudad de la Justicia desde su inauguración. En uno de los casos la huida se frustró al ser detenido el delincuente antes de lograr escapar de las instalaciones. No obstante, en julio de 2008 otro arrestado, al que le iban a notificar dos años de prisión, se fugó de los calabozos y consiguió salir a la calle tras recorrer impunemente los pasillos del edificio judicial, como ocurrió este lunes.

En el caso de Pablo Antonio R. R., quien sigue sin haber sido localizado, acababa de aceptar una pena de tres años de prisión por tráfico de drogas y cuatro meses y veinte días por conducir sin carné.