La Policía Nacional ha detenido en València a un peligroso narco colombiano apodado entre otros alias como 'el señor del hacha' o 'el señor de la motosierra', por la forma en la que presuntamente descuartizaba a sus víctimas. Wenceslao Caicedo, de 54 años, se había refugiado en la capital del Túria tras cumplir una condena de catorce años de prisión por narcotráfico en los Estados Unidos y actualmente había retomado sus actividades ilegales en la costa valenciana, según las pesquisas de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) de la Policía Nacional.

Fruto de las investigaciones policiales, que continúan abiertas, se realizaron varios registros simultáneos en València, Madrid y la Pobla de Vallbona, donde los agentes se han incautado de varios kilos de cocaína, balanzas y otros útiles de la presunta organización criminal.

El cabecilla de la misma, detenido ayer de madrugada en el barrio de Benferri de València, es precisamente este conocido narco colombiano, bautizado también por algunos medios de comunicación suramericanos como 'el Pablo Escobar de Buenaventura' por la ciudad colombiana de la que es natural.

Registro en una vivienda de València propiedad del narco detenido

Numerosos agentes realizaron un registro domiciliario en el piso del presunto narco, en un edificio de varias alturas y nueva construcción de la calle la Safor de València. «Había un montón de policías con armas y una furgoneta de asalto en la puerta de la finca con las letras UPR», relata un vecino en referencia a los vehículos de la Unidad de Prevención y Respuesta de la Policía. «No sabemos lo que ha hecho, pero dicen que es muy peligroso, todavía no nos creemos que estuviera viviendo aquí», añade otra vecina de la finca.

En los años 90 el ahora detenido estableció rutas de introducción de toneladas de cocaína en EE UU mediante lanchas rápidas. Los periódicos colombianos y ecuatorianos, donde se trasladó en 2005 y fue detenido ese mismo año, relatan en sus crónicas cómo sus opositores eran presuntamente torturados y descuartizados con un hacha o una motosierra, de ahí sus apodos, armas que solía llevar siempre en el maletero de sus vehículos.

Gracias a la fortuna que amasó con el tráfico de drogas contaba con varias viviendas de lujo, entre ellas una de dos millones y medio de dólares en la localidad colombiana de Tumaco, totalmente chapada con mármol de Carrara. En otras era la sangre la que teñía de rojo las paredes.