Desde los nueve años y hasta que cumplió 17 una menor fue víctima presuntamente de abusos sexuales con penetración por parte de su padrastro. Así lo aseguró ayer la víctima en el juicio celebrado en la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de València. Los hechos, ocurridos en un municipio de l'Horta de València, se destaparon en noviembre de 2016. Previamente la adolescente afirma que se lo contó a sus amigas en el colegio pero su familia no la creyó. Además afirma haber recibido amenazas de su agresor si le contaba a alguien las relaciones sexuales que mantenían. «De la cárcel se sale pero del hoyo no», le dijo según sus palabras textuales.

Como ocurre en la mayoría de delitos de este tipo, que afectan al ámbito privado, la única carga probatoria que hay contra el acusado, que se enfrenta a doce años de prisión, es el relato de la propia víctima, de ahí la importancia de valorar su credibilidad, la ausencia de móvil espurio y su persistencia en la incriminación sin modificaciones considerables en sus manifestaciones.

El procesado, de 43 años y nacionalidad española, negó haber tenido cualquier tipo de contacto sexual con la menor, a quien trataba como a su propia hija. Así, argumentó que era ella la que le buscaba y que en alguna ocasión se habría metido en la ducha con él. En caso de probarse que las relaciones sexuales se produjeron poco importaría que fueran consentidas por la menor, quien apenas tenía nueve años cuando comenzó a sufrir los supuestos abusos.

Mala relación de madre e hija

El testimonio del acusado fue apoyado por la madre de la víctima, quien tampoco ha creído nunca a su hija, a quien incluso calificó de «manipuladora» en la vista oral. De hecho, atribuye la denuncia contra su pareja, cuando la niña tenía ya 17 años, a la mala relación existente entre ambas. «Me dijo que me iba a hundir la vida, pero se la está hundiendo también a sus hermanos», declaró la madre.

El único apoyo que ha encontrado la adolescente ha sido su abuela materna y el compañero sentimental de ésta, quienes aseguran que la notaron rara y que tenían sospechas de que pasaba algo con la pareja de su madre. «Es una niña muy imaginativa y fantasiosa pero en el momento me lo contó la creí al cien por cien, estaba muy afectada», recuerda la pareja de su abuela.

Por su parte, la Psicóloga del Servicio de Atención Psicológica a menores víctimas de agresiones y abusos sexuales del Instituto Espill que realizó un informe sobre el estado de la menor tras varias entrevistas con ella y con su entorno aseguró en el juicio que las conclusiones a las que llegaron es que el relato de la víctima era creíble. Aunque inicialmente reconoce que observaron «incongruencias» en sus declaraciones sobre lo que había ocurrido, finalmente la menor reconoció que las relaciones habían sido consentidas. «No quería admitir el consentimiento», explicó la especialista, de ahí que hubiera aspectos de su relato que inicialmente no encajaran.

No obstante, la experta aclaró que «aparecen muchos detalles y ubicación de contexto» que hacen creíble sus manifestaciones. A ello se suma el «elevado coste psicológico» que le provocaron los abusos y que también detectaron en su informe como «rabia, fracaso escolar y promiscuidad sexual». La Fiscalía solicita para el acusado una pena de doce años de cárcel por un delito continuado de abuso sexual con acceso carnal.