El próximo miércoles 13 de noviembre se cumplirá un año desde la muerte de Jorge Daniel Méndez, un operario de mantenimiento de carreteras que fue atropellado en la CV-36, a la altura de Torrent, cuando se encontraba trabajando en la sustitución de un pórtico de señalización. El joven conductor que lo arrolló, quien presuntamente circulaba bajo los efectos de la cocaína y el cannabis, fue juzgado ayer en el Juzgado de lo Penal número siete de València por un delito de homicidio por imprudencia grave, en concurso con dos delitos contra la seguridad vial, tanto por conducir bajo la influencia de sustancias estupefacientes como por circular sin permiso, al tenerlo retirado desde abril de 2013.

El acusado, defendido por el letrado Manuel Esteban Pascual, alegó que se trató de un «desgraciado accidente», que está muy arrepentido de lo pasó ese día y que «no quería hacer daño a nadie». Asimismo, aclaró que en ningún momento pudo esquivar al trabajador, quien asegura que invadió su carril. De hecho, los otros carriles de la CV-36 permanecían cerrados al tráfico al encontrarse los compañeros del fallecido sustituyendo el pórtico de señalización.

No obstante, el Ministerio Fiscal solicita para el acusado una pena de cuatro años de prisión al sostener que éste circulaba «bajo la influencia del consumo previo de cocaína y cannabis, lo que disminuía notablemente sus facultades para la conducción». Así, la fiscal sostiene que debido a este consumo de drogas al volante el procesado no se apercibió «de las múltiples señales, incluidas las luminosas, de la realización de obras en la calzada». El fallecido estaba controlando el tráfico con un cono luminoso y provisto de un traje de alta visibilidad.

Se dio a la fuga

Además, el acusado no paró el vehículo, un Mercedes Benz CLJ 500, sino que continuó a gran velocidad conduciendo en zigzag y esquivando a una patrulla de la Policía Local de Alaquàs hasta que fue finalmente interceptado en un polígono industrial próximo. Los agentes declararon que apenas podía tenerse en pie cuando se le invitó a salir del vehículo.

Posteriormente, el grupo de Atestados de la Guardia Civil comprobó que en el análisis de saliva del acusado daba positivo en cocaína y cannabis. El procesado reconoció ayer en la vista oral que había consumido drogas, pero según alegó, dos días antes del atropello mortal. El fallecido, de 41 años, tenía cuatro hijos, dos de ellos de apenas dos y siete años.