La Dirección Adjunta de Vigilancia Aduanera (DAVA) confiscó a lo largo de 2018 cerca de cinco toneladas de cocaína solo en el puerto de València. La droga fue descubierta en el interior de 25 contenedores revisados a su llegada a los muelles valencianos. En la mayoría de las ocasiones, se trató de incautaciones derivadas del control de riesgo que realiza diariamente la unidad especializada en el control de la entrada de mercancías, la UAR, en la que también está integrada la Guardia Civil.

En el resto, Aduanas pudo retirar a tiempo la droga del interior de los contenedores en el marco de una investigación previa abierta o bien por la Policía Nacional, o bien por la Guardia Civil.

En concreto, Vigilancia Aduanera confiscó 4.628 kilos de cocaína en 25 contenedores, procedentes, en su inmensa mayoría de Suramérica, según datos a diciembre de 2018 de la Agencia Tributaria sobre las actuaciones de este organismo estatal. Las cifras incluyen la lucha contra el contrabando, capítulo en el que se enmarca también el tráfico de drogas, en tanto que mercancía ilegal.

Según esos datos, en 2018 fueron detectados menos contenedores -se pasa de 27 en 2017 a 25 el año pasado- y mucha menos droga, casi una cuarta parte menos que el año anterior al pasar de 6.016 kilos de cocaína en 2017, a 4.628 en 2018 - un 23 % menos-.

Algeciras ha arrebatado el dudoso honor de encabezar ese ránking en los dos últimos años -en 2017, fueron 9.726 kilos de cocaína y en 2018, 11.556-, pero ese liderazgo tiene truco. La razón en esos dos años hubo dos aprehensiones absolutamente inhabituales en puertos españoles, ya que en 2018 fue confiscado un único contenedor con 5.883 kilos de cocaína y un año después, el récord fue roto de nuevo al detectar un envío de 8.740 kilos.

De hecho, por número de envíos, València continúa encabezando la lista, ya que casi dobla el número de contenedores con cocaína detectados a su llegada a los muelles: 27 en 2017, frente a los 16 de Algeciras, y 25 el año pasado, cuando en el puerto gaditano solo fueron 14. Esto demuestra que los marcos siguen prefiriendo el puerto valenciano para traer sus cargamentos por vía marítima a Europa, ya que mucha de esa droga acaba traspasando los Pirineos.