La vida de un taxista truncada tras una discusión por el importe de una carrera y la brutal agresión de un joven que le introdujo los dedos en los ojos, provocándole el estallido del globo ocular izquierdo y daños irreversibles en el derecho. «Me ha dejado ciego, soy un muerto viviente», confesó ayer visiblemente afectado el taxista agredido, quien padece un trastorno neurótico por estrés postraumático. El joven agresor, que tenía 19 años cuando ocurrieron los hechos el 19 de marzo de 2015, se enfrenta ahora a penas que van desde los 13 años que solicita la Fiscalía, a los 16 que pide la acusación particular, por los delitos de lesiones agravadas y robo con violencia ya que se llevó la mochila de su víctima tras dejarlo malherido en la cuneta de un polígono de Ontinyent.

La versión que esgrimió ayer el acusado, en el juicio celebrado en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de València, es que actuó en legítima defensa cuando el taxista paró el coche, le exigió que el diera el teléfono móvil como pago por la carrera y le cogió del suéter para que no se bajara del vehículo. «Solo me defendía, me cogió del cuello, sentía que me ahogaba», argumentó el procesado, que únicamente quiso responder a las preguntas de su letrado y cuya lesión más grave era un mordisco en un dedo.

La Fiscalía aprecia «una desproporción de fuerzas que no justifica en modo alguno la reacción inopinada del procesado», quien atacó a su víctima dentro del coche,cuando el taxista tenía el cinturón puesto «y no tenía capacidad alguna de reacción». Según declararon los médicos forenses, las lesiones en los ojos «muy difícilmente pueden haber sido causadas por otra cosa que no sea la penetración, con mucha fuerza, de un objeto más o menos punzante, como los dedos y las uñas del acusado».

La agresión prosiguió una vez fuera del coche, cuando el taxista logró quitárselo de encima. Según relató la víctima, el joven siguió golpeándole y volvió a meter sus dedos en los ojos. Asimismo, cuando la víctima estaba semiinconsciente, lo empujó a una cuneta, entró en el taxi y le robó su mochila, que contenía 140 euros y un datáfono, de ahí que le imputen el robo con violencia, aunque la intención inicial no parece que fuera la de robar al taxista.

La acusación particular, ejercida por el letrado Juan Carlos Navarro, sí aprecia alevosía en el ataque, ya que su cliente no tenía posibilidad alguna de defensa al llevar el cinturón puesto y encontrarse en el asiento delantero. Asimismo, solicitan una indemnización de 760.000 euros por los daños morales, las secuelas irreparables, el daño estético, la gran invalidez reconocida, los gastos de movilidad y tener que haber adaptado la vivienda a su situación actual de completa ceguera.

Por su parte la defensa, ejercida por el letrado José Antonio Prieto, pide la libre absolución de su patrocinado al esgrimir una eximente completa de legítima defensa. Además insiste en que se trató de una agresión mutua en la que no hubo desproporción de fuerzas, ya que ambos utilizaron las manos como arma. De igual modo entiende que fue el taxista quien incumplió con su cometido al parar el taxi antes de llegar a Ontinyent. Incluso durante la fase de instrucción llegó a solicitar cinco años de prisión para el taxista por lesiones.

«Lamento lo ocurrido, no le deseo a nadie los cuatro años que he pasado», manifestó el acusado en el último turno de palabra centrándose en lo que está sufriendo él, nada en comparación con el daño irreparable causado a su víctima, con una ceguera total.