La entrega de Jorge P. J., a las tres de la madrugada, en el único cuartel de la Ribera abierto a esas horas y huyendo de las cámaras, no es fruto de la casualidad. Y, dados los indicios, tampoco del arrepentimiento. La Guardia Civil, cuyo objetivo era detenerlo, presionó a la familia del sospechoso y citó a declarar a su madre, que recurrió al que ahora es su abogado defensor, Óscar Fernández, conocido especialista en Derecho Penal en los días previos a su entrega.

La semana anterior a ello, perfiló qué y cómo decirlo, y sólo una vez amarrado eso se entregó. Así, hubo tiempo de estructurar el argumento de que la chica murió mientras celebraba su cumpleaños con sexo, alcohol y cocaína, sacando a la luz un caso, el de la chica de Russafa, del que ya nadie se acordaba y que pone en bandeja su estrategia de defensa mientras no aparezca el cuerpo de Marta Calvo.