Los agentes de Homicidios que investigan la muerte de Marta Calvo cuentan con el testimonio de la que se perfila como la cuarta víctima de Jorge Ignacio P. J., lo que les reafirma cada vez más en la hipótesis de que se están enfrentando a un homicida en serie. En este caso, se trata de una mujer que también ejercía la prostitución y que sobrevivió al encuentro con el presunto asesino de Marta Calvo.

De hecho, ya ha declarado ante los agentes, que han incorporado ese testimonio al atestado entregado a la jueza de Instrucción número 6 de Alzira. Según ha asegurado a los investigadores, tuvo un encuentro sexual pactado con Jorge P. J. a principios del pasado verano, en el que él le exigió que la cita tuviese el contexto de «fiesta blanca», esto es, el uso de cocaína durante las relaciones sexuales, una práctica muy extendida entre consumidores de ese estupefaciente y también en el ámbito de la prostitución, precisamente por exigencia de los clientes, muchos de los cuales asocian consumo de droga y sexo pagado.

La mujer accedió, pero el encuentro no fue como otros similares con otros clientes. Asegura que el acusado del crimen de Marta Calvo, Jorge P. J., le dio una bebida que ella creyó un combinado y que perdió el conocimiento de manera inmediata. Al despertarse, se dio cuenta de que le había introducido cocaína en roca en los genitales. En su caso, no pasó de un desvanecimiento, pero su testimonio puede estar aportando una de las claves del modus operandi del presunto asesino y narcotraficante -tiene una condena y varias detenciones y, al parecer, ha seguido traficando hasta su detención-.

Así, los investigadores tratan de averiguar si su forma de actuar consiste en intoxicar a la víctima para luego introducirle la cocaína en los genitales. Eso explicaría el resultado fatal de la práctica, ya que, cuanto más tiempo permanezca el tóxico en contacto con las mucosas internas, mayor será la absorción y, por tanto, mayores las posibilidades de sobredosis.

Las pruebas acusan a Jorge P. J., acusado de la muerte de Marta Calvo

Las pruebas acusan a Jorge P. J., acusado de la muerte de Marta CalvoDe momento, la Guardia Civil continúa centrándose en la muerte de la joven de Estivella Marta Calvo y en la mujer a la que le han tomado declaración, mientras que la Policía Nacional lleva los casos de Arliene, la mujer brasileña de 32 años muerta en abril, y de Lady, la chica colombiana fallecida en junio, ambos ocurridos en sendas casas de citas del distrito de Russafa.

Las dos investigaciones continúan por separado -y en manos de tres jueces: dos de València y la de Alzira- a pesar de que tanto los agentes de Homicidios de la Guardia Civil como los de la Policía Nacional tienen pruebas de que en los cuatro casos Jorge P. J., detenido por la muerte de Marta Calvo, fue el último en estar con ellas.

Así, la Policía identificó al acusado, Jorge P. J., como el cliente que abandonó a Arliene mientras convulsionaba y entraba en parada cardiaca gracias a una huella dactilar en una copa que estaba en la habitación y cuenta, además, con las imágenes grabadas tanto por la cámara de vigilancia de la casa de citas, como por la existente en el portal de la finca, ubicada en el barrio de Gran Vía.

Las diligencias incoadas tras el fallecimiento de Arliene, el primero relacionado con el sospechoso de la muerte de Marta Calvo, Jorge P. J., del que se tiene constancia, por ahora, ya ha sido reabierto por el juez instructor, quien ha declarado secretas las actuaciones, que ahora se completarán con un estudio del móvil del acusado para ubicarlo en la zona de la casa de citas en la madrugada en que sucedieron los hechos.

El móvil usado desde l'Olleria

Por lo que respecta a la muerte de Lady, hecho que ayer desveló en exclusiva Levante-EMV, la Policía ya ha informado al juez instructor de que la ubicación del móvil desde el que contrató los servicios sexuales de la chica inculpa a Jorge P. J., ya que cuando intercambió wasaps con la joven lo hizo desde l'Ollería, precisamente el domicilio del presunto asesino de Marta Calvo.

El ahora encarcelado, Jorge P. J., se llevó consigo un teléfono que había en la habitación de la chica cuando huyó de madrugada de la casa de citas, ubicada en la avenida de La Plata -actualmente el piso ya no está dedicado a la prostitución-, pero se equivocó, porque no era ese el terminal en el que quedó registrada la conversación de Whatsapp en la que, una vez más, impuso a la joven que hubiese fiesta blanca como condición inexcusable para contratar el encuentro sexual.