Un joven de 26 años que debía ser juzgado ayer por un jurado popular por matar a golpes a un reo cuando ambos se encontraban presos en el centro penitenciario de Picassent no acudió ayer al juicio y se encuentra huido de la Justicia. La Audiencia Provincial de València ha ordenado su búsqueda y detención inmediata para poder sentarlo de nuevo en el banquillo de los acusados, después de que el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana declara nulo el anterior juicio y ordenara repetirlo al apreciar graves contradicciones en el veredicto del anterior Tribunal Popular.

El crimen se produjo el 22 de abril de 2014 cuando J. H. F, que entonces tenía 21 años, se encontraba preso en Picassent por un quebrantamiento de condena y robo con violencia e intimidación. En torno a las 13.20 horas otro reo, Dimitros Facharidis, de 30 años y origen griego, entró en su celda y ambos se enzarzaron en una violenta pelea tras haber mantenido esa misma mañana otro enfrentamiento a golpes.

Según el escrito del fiscal, que solicita 17 años de prisión para el acusado por un delito de asesinato, el acusado propinó varios puñetazos a su víctima hasta que lo derribó. Una vez en el suelo, y «pese a ser consciente de que éste se hallaba inerme y sin capacidad alguna de reacción a causa de los golpes previamente recibidos», el joven, ahora en libertad, le comenzó a golpear con los puños y patadas, así como con unos tacos de madera que solía utilizar a modo de mancuernas para hacer flexiones.

Como consecuencia de los golpes que le propinó en la cabeza la víctima sufrió un traumatismo craneoencefálico por el que finalmente falleció el 19 de mayo, 27 días después de la paliza.

Hace justo un año un jurado popular declaró culpable al acusado y la Audiencia Provincial de València le impuso trece años y medio de prisión, aunque dicha sentencia fue revocada al apreciar contradicciones en el objeto del veredicto.

De hecho, los miembros del jurado popular declararon probado que el acusado atacó a su víctima estando ya indefensa en el suelo, de ahí que se apreciara la alevosía, pero acto seguido se establecía que no había tenido intencionalidad de causar la muerte.