El Juzgado de Menores número uno de València ha condenado a un año de internamiento en régimen cerrado y a otros doce meses de libertad vigilada a un joven que agredió sexualmente a una chica de quince años en los aseos de un instituto de València en el que ambos cursaban estudios; la víctima tercero de la ESO y su agresor -que tenía 17 años- un ciclo formativo.

Los hechos ocurrieron el 27 de febrero de 2018 en un Instituto de Educación Secundaria de la capital del Túria, que este periódico no revela para proteger el anonimato de los menores, durante un cambio de clases. Según consta acreditado en la sentencia, la estudiante de quince años fue abordada cuando se encontraba en los aseos, totalmente desprevenida miccionando. Su agresor utilizó la fuerza, cogiéndola por los antebrazos y empujándola contra la pared, llegando a introducirle los dedos en la vagina, según ha quedado probado, de ahí que la pena sea mayor al haber un acceso carnal y mediar violencia.

La víctima denunció los hechos tres meses después de la agresión, a finales de mayo de 2018, al «explotar en una situación de tensión» y contarle a sus padres lo ocurrido aquel día. A raíz de la violación sufrida «desarrolló sentimientos de miedo e indefensión», llegando a precisar tratamiento psicológico, según reconoce la sentencia.

La tartamudez de su agresor facilitó su identificación . Además, un amigo de la agredida declaró que escuchó cómo éste le decía un día al pasar junto a ella: «Que culo tienes, ... a ver si terminamos lo que comenzamos en el baño».

El ahora condenado, que ha negado en todo momento la agresión, dejó de asistir al centro en cuanto intuyó que la dirección estaba informada de lo ocurrido. Asimismo alegó que estaba con sus compañeros cuando se produjeron los hechos, pero no aportó la identidad de ninguno de estos supuestos testigos que ratificaran su coartada, según remarca el juez.

La víctima, cuya declaración ha sido «persistente en el tiempo, sin contradicciones ni ambigüedades en los elementos esenciales», siempre ha insistido en que trató de cerrar el pestillo de la puerta del baño para que su agresor no pudiera entrar pero no cerraba bien, hecho que también se ha acreditado.