Tras un rostro de rasgos comunes y cierto aire retraído se esconde un psicópata, un «sádico sexual». Tiene 36 años y ya ha cumplido trece de ellos en prisión por graves ataques a mujeres en los que busca saciar sus apetitos parafílicos. A David F. L. «le resulta indiferente el daño que causa a sus víctimas, es incapaz de sentir empatía» -característica propia de la psicopatía- y tiene plena capacidad «de juicio crítico, inteligencia y voluntad». Así lo reconoce probado la sentencia de la Audiencia Provincial de València, que le impone una pena de 18 años y nueve meses de prisión por los delitos de asesinato en grado de tentativa, agresión sexual y lesiones tras abordar y agredir a traición, cuando caminaban tranquilamente por la calle en València, a dos jóvenes en dos noches consecutivas del mes de septiembre de 2018, durante un permiso penitenciario.

A una de ellas trató de degollarla causándole un corte en el cuello con un cúter tras asaltarla por la espalda en la calle Ángel Guimerá de València. La noche anterior golpeó en la cabeza a otra víctima en la calle Quevedo, a quien realizó tocamientos y dejó malherida en el suelo con un traumatismo craneoencefálico. No era la primera vez que actuaba de forma tan violenta contra una mujer. De hecho, cuando cometió estas dos agresiones se encontraba todavía cumpliendo otra condena de 18 años de cárcel por otro brutal ataque a una mujer a la que abordó en el cauce del río Túria en enero de 2006.

En aquella ocasión dejó a su víctima inconsciente, la agredió sexualmente y le dio varios mordiscos. Según reconoció en el posterior juicio, sentía «la necesidad de comer carne humana». Fue condenado por sentencia firme en abril de 2007 a doce años de prisión por el delito de agresión sexual y seis más por la tentativa de homicidio.

Las salidas de un preso peligroso

Pese a la gravedad de los hechos y los evidentes rasgos psicopáticos del preso, el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria 1 de València, a propuesta de un acuerdo de la Junta de Tratamiento Penitenciario, le concedió en junio de 2018 permisos penitenciarios. Así, aprovechando el permiso del que disfrutaba los días 25 y 26 de septiembre de 2018 llevó a cabo las dos agresiones, ambas de noche, por las que ahora ha sido condenado por la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de València.

A las 21.45 horas del día 25 de septiembre de 2018 fijó su objetivo en una mujer de 33 años que iba caminando por la calle Quevedo de València, ajena al peligro y totalmente despreocupada al ir escuchando música con sus auriculares. A la altura de la esquina con la calle Huesca, David F. se situó a su lado y, tras hacerle un comentario, comenzó a tocarle los pechos y a tratar de introducir su mano por dentro de la camiseta. Ante la resistencia de su víctima, el ahora condenado le propinó un puñetazo en el rostro que la hizo caer al suelo, golpeándose la cabeza contra la calzada.

La mujer, que ha ejercido la acusación particular representada por el letrado Juan Carlos Navarro, sufrió un traumatismo craneoencefálico y hemorragia prerretiniana y padece desde entonces estrés postraumático.

Asimismo, a las 22.30 horas del día siguiente atacó a otra joven, de 25 años, que iba también relajada mirando el móvil, caminando por la calle Ángel Guimerá hacia la Gran Vía Fernando el Católico. La sentencia considera probado que el acusado «se le aproximó por detrás y, de forma inesperada, sin motivo alguno, con la intención de acabar con su vida, le pasó el brazo por encima del hombro izquierdo y con un cúter que portaba le cortó la garganta de derecha a izquierda, dándose a la fuga inmediatamente». La policía lo arrestó en las inmediaciones y le intervino el cúter y unas tijeras, tal como adelantó en su día Levante-EMV.

La joven también padece como secuelas trastorno de estrés postraumático. El fallo aclara que se trata de un delito de tentativa de asesinato al apreciar la alevosía ya que la víctima «nunca tuvo posibilidad alguna de defenderse de la agresión», al ser un ataque por la espalda y de forma sorpresiva dirigido a una zona vital.

Con plena inteligencia y voluntad

La defensa solicitaba la eximente completa o al menos incompleta de su cliente por trastorno mental, pero el informe psiquiátrico realizado por el médico forense del Instituto de Medicina Legal de València «deja meridianamente claro que el sujeto conocía la ilicitud de su comportamiento y era capaz de actuar bajo esa comprensión», remarca la sentencia.

De hecho, se reconoce que el condenado sufre «un trastorno de la personalidad de sadismo sexual y psicopatía», como también adelantó en exclusiva Levante-EMV en su día. Así, «conocía la ilicitud de los hechos que estaba cometiendo y a pesar de ello decició actuar». «Quería satisfacer sus deseos sexuales, lesionar y matar y actuó conforme a esa comprensión», aclara el fallo.

Por todo ello se le condena a catorce años de prisión y cinco de libertad vigilada por el delito de tentativa de asesinato, a tres años y medio de cárcel y otros cinco de libertad vigilada por la agresión sexual -ambos con la circunstancia agravante de reincidencia-, y a un año y tres meses por las lesiones. Asimismo deberá indemnizar a las víctimas con 33.687 euros.