Sin apenas inmutarse, con gesto sereno y casi sin dar importancia a los graves cargos que pesan sobre él, Ricardo A., de 44 años, reconoció ante los miembros del jurado popular haber violado y asesinado a una anciana en el domicilio de ésta, en Xàtiva, en febrero de 2017. El acusado, que padece un retraso mental moderado, fue admitiendo punto por punto la brutal agresión a la septuagenaria, en la que utilizó la varilla de una percha de madera, hasta finalmente acabar con su vida asfixiándola.

El Ministerio Fiscal solicita para el acusado una pena de 40 años y medio de prisión, concretamente 28 años por el delito de asesinato y doce y medio por la agresión sexual. Aunque por dichos delitos y al tratarse de una víctima especialmente vulnerable cabía la posibilidad de que se enfrentara a la prisión permanente revisable, la Fiscalía ha contemplado la eximente incompleta de enajenación mental al tener afectadas parcialmente sus facultades cuando cometió el brutal crimen.

Josefa Cuquerella, de 75 años, fue atacada en su propia casa el 10 de febrero de 2017 después de abrirle la puerta a su verdugo, a quien conocía de ser ambos vecinos de Xàtiva.

Varios testigos vieron esa noche al procesado llamando insistentemente a la puerta del domicilio de la víctima, como así ratificaron ayer en la segunda sesión del juicio celebrado en la Sala de Jurado. Las investigaciones del grupo de Homicidios de la Policía Nacional se centraron inmediatamente en él al reconocer que había entrado en la casa y dar vagas explicaciones sobre lo ocurrido.

El horrendo crimen

Según el relato de hechos de la fiscal, reconocido por el propio acusado, estando en la habitación de la septuagenaria, «con la intención de satisfacer sus deseos sexuales», cogió una varilla de una percha de madera y comenzó a golpearla. Tras propinarle un golpe en la cabeza la mujer, de 75 años y que vivía sola, cayó al suelo aturdida.

Ricardo A. confesó que se colocó encima de su víctima y siguió pegándole con el trozo de percha en el tórax, abdomen, la cara, las manos y los brazos. Después agredió sexualmente a la anciana, que estaba totalmente indefensa.

Posteriormente, estando su víctima inconsciente en el suelo y sin posibilidad alguna de defenderse, de ahí que se contemple la circunstancia de alevosía, el procesado le introdujo el trozo de percha por la boca, tapándole la nariz y asfixiándola hasta causarle la muerte.

Aunque la autoría del crimen nadie la discute, la clave del caso radica en la imputabilidad del acusado. La fiscalía considera que el retraso mental moderado que padece le afectaba a sus facultades intelectivas y volitivas, pero sin llegar a estar anuladas totalmente, en base al informe de los psiquiatras forenses del Instituto de Medicina Legal de València, quienes también deberán declarar en la vista oral.

Dado su trastorno, la fiscal considera que la pena privativa de libertad tendría que ir aparejada a una medida de internamiento para tratamiento médico en establecimiento adecuado a su discapacidad mental por un plazo no superior a 40 años.

En concepto de responsabilidad civil el acusado debería indemnizar en 150.000 euros a la hija de la fallecida y con 30.000 euros a su nieta, que tenía 17 años.