Arthur K., el exmarine holandés que confesó haber matado a su compañera sentimental en Moraira el pasado fin de semana, ha admitido este viernes los hechos ante la jueza. Y lo ha hecho con absoluta frialdad, desgranando cómo sucedieron los hechos.

Según ha detallado ante la magistrada, el sábado por la noche no quedó con Alina Mocanu, como había dicho inicialmente, sino que ella había salido y él se dedicó a ir de bar en bar, por Moraira, buscándola para controlar sus movimientos. Ha buscado justificar su crimen diciendo que la vio "con varios hombres en distintos bares" y que "enajenado", la citó esa noche en la inmobiliaria, muy próxima al bar donde se encontraba Alina en ese momento.

La mujer, que hacía mes y medio había roto la relación con Arthur K., acudió a la cita minutos después, durante los cuales al parecer se habría hecho con el cuchillo con el que, ha confesado sin inmutarse, le asestó al menos diez puñaladas que le ocasionaron la muerte. Luego, en lugar de confesar el crimen y entregarse, dejó el cuerpo tendido en la inmobiliaria y se subió a su casa a dormir.

Al día siguiente, ha continuado exponiendo sin emoción alguna en la voz, limpió la sangre, envolvió el cuerpo con un edredón que había cogido de su casa, lo ató con cuerdas y volvió a irse. Ya en la madrugada del lunes, regresó de a su negocio e introdujo el cadáver en su coche.

El asesino confeso recorrió los 2,5 kilómetros que separan la inmobiliaria, en el número 2 de la avenida de Madrid de Moraira, de la isla de contenedores soterrados donde arrojó el cuerpo, a la altura del número 86 de la calle Móstoles, en la urbanización El Tesoro de ese mismo municipio, y, tras deshacerse del cadáver de su víctima y pareja durante dos años, se volvió de nuevo a su casa a dormir.

El cuerpo fue encontrado casualmente por los operarios del servicio de recogida de residuos urbanos a primera hora del lunes. Esa noche, la Guardia Civil identificaba a la víctima, una mujer rumana de 36 años, madre de dos hijos, una niña de 9 y un niño de 14.

A la mañana siguiente, cuando ya habían establecido que tenía una relación con un hombre holandés con antecedentes por violencia machista sobre ella -fue detenido el verano pasado gracias a que un vecino llamó a la Policía al escuchar a Alina pedir socorro-, aunque finalmente un juez lo absolvió "por falta de pruebas", se toparon con que ya no hacía falta que fuesen a detener al sospechoso, ya que se presentó entre lloros en el cuartel de Moraira, después de que un amigo al que le confesó lo sucedido se lo aconsejara.

El autor de este primer asesinato machista de 2020 en la Comunitat Valenciana ha llegado al Palacio de Justicia de Dénia en un furgón de la Guardia Civil sobre las 8.45 horas de hoy y alrededor de las 12.00 horas ya había concluido su declaración ante la magistrada.

Arthur K. ha declarado en holandés, con la asistencia de un intérprete, y desde hace una hora se encuentra ya en la cárcel alicantina de Fontcalent, después de que la jueza acordase su ingreso en prisión a petición de la Fiscalía.

El vehículo ha entrado directamente en el garaje del edificio judicial y el detenido ha sido conducido a los calabozos. Pasadas las 9.30 horas, la jueza de Violencia sobre la Mujer número 1 de Dénia ha dado comienzo a la declaración en sede judicial, en la que, además de la magistrada y el acusado, han estado el abogado defensor de este, la fiscal y el abogado de la acusación particular que ejerce las acciones en nombre del hijo de 14 años de Alina.

Arthur K. ha repetido de nuevo ante la jueza de Dénia lo que confesó con asistencia letrada a la Guardia Civil tras entregarse en el cuartel de la Guardia Civil de Moraira a las 12.30 horas del martes pasado, aunque ha introducido detalles nuevos.

El exmarine, expulsado del Korps Mariniers -la unidad de élite de la Marina holandesa- por dar una paliza a un superior junto con otros dos soldados, según contaba él mismo a sus amigos, también ha buscado excusar su acción y trazar una línea de defensa alegando que esa noche había consumido cocaína.