La dirección del centro penitenciario de Picassent ha puesto, de manera preventiva, en aislamiento a dos internos, una mujer y un hombre, la primera, porque sufre afecciones respiratorias crónicas anteriores a la actual pandemaia y al segundo porque comenzó un proceso febril sin más síntomas, de momento, que sean compatibles con covid-19. Aún así, dado que los reclusos son población de riesgo porque muchos de ellos sufren patologías que debilitan sus organismos, la dirección ha entendido que debe tomar esa precaución.
En el mismo sentido, los módulos en los que estaban internados, el 18 de mujeres y el 25 de hombres, están bajo vigilancia médica, que no en cuarentena, para poder detectar cualquier síntoma que pudiese surgir. La medida no ha pasado desapercibida para el resto de los internos, inquietos desde hace días por el temor al contagio, pese a que la situación en las cárceles españolas parece, al menos de momento, bajo control.
Según han confirmado a Levante-EMV fuentes del interior de la prisión valenciana, la primera en ser aislada es una mujer que padece un problema respiratorio desde hace tiempo, que a principios de semana fue llevada al Hospital General para asistir a una consulta médica rutinaria. A su regreso, fue llevada de nuevo al módulo 18, al que pertenecía, pero dos horas después, el servicio médico consideró mejor trasladarla al módulo 21, vacío desde hace tiempo y habilitado en esta crisis para poder albergar a personas que necesiten aislamiento específico o que estén bajo sospecha de covid-19.
En ningún caso hay sospecha de que pudiese haber contraído coronavirus, pero dado que en este momento no se producen salidas de ningún tipo para mantener a salvo a la población reclusa, y dado que ella sí tuvo que salir y entrar para acudir a su cita médica, la dirección del centro consideró que la mejor opción era trasladarla durante los 14 días reglamentarias que fija Sanidad como cuarentena a ese módulo vacío, precisamente para evitar posibles contaminaciones en caso de que las hubiera habido.
A ello se une el caso de un interno del módulo 25 que en la tarde del jueves manifestó encontrarse mal. Al tomarle la temperatura, observaron que tenía unas décimas de fiebre y se decidió trasladarlo también al módulo 21 como medida de precaución. En su caso, es aún más improbable el contagio, dado que los reclusos llevan aislados, sin recibir visitas, desde el inicio del estado de alarma, por lo que su confinamiento aún debería dar mejores resultados que el del resto de la ciudadanía.
Aún así, dado que quienes sí entran y salen son los funcionarios, y aunque todos ellos están adoptando las necesarias precauciones, es imposible garantizar que alguno de ellos no pudiera contaminarse en el exterior y llevar al interior de la prisión el coronavirus.
Las fuentes consultadas han explicado que, en cualquier caso, en este momento se limita al máximo el contacto con los reclusos, precisamente para evitar cualquier posibilidad de contagio, medida que, a día de hoy, parece estar funcionando. Es más, los propios internos están prácticamente confinados en sus módulos, ya que no hay actividades fuera de ellos, salvo las estrictamente necesarias, como por ejemplo la cocina y la lavandería.
Así, los dos reclusos aislados -el módulo 21 dispone de dos patios, por lo que ni siquiera han de compartir ellos dos esas salidas- permanecen en sus celdas, adonde se les lleva la comida y disponen de sus propios baños.
Los reclusos del 25 y las reclusas del 18, por su parte, permanecen también dentro de sus respectivos módulos, con cierto grado de aislamiento sobre el resto de los internos, y con una vigilancia médica mayor de la habitual, aunque las fuentes consultadas insisten que es una medida preventiva, que los propios funcionarios aplauden, cuyo fin es evitar al máximo que la población reclusa llegue a verse afectada por esta pandemia.
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