Lo que en un primer momento iba a ser una acción solidaria tras la iniciativa de un vecino de Xirivella que había fabricado mascarillas con viseras para niños y que se puso a repartirlas en una plaza de la localidad el pasado domingo, aprovechando la primera salida de los menores a la calle tras 43 días confinados, acabó en una sanción grave de entre 3.000 y 60.000 euros para este ciudadano de 40 años. El motivo, la colocación de una sombrilla sin autorización alguna en la plaza, donde se congregaron varias personas, y el consumo de bebidas alcohólicas en la calle con el estado de alarma todavía vigente.

Agentes de la Policía Nacional y de la Policía Local acudieron al lugar tras ser requeridos por varios vecinos, quienes informaban de que en la plaza Vicentica La Serrana de Xirivella había una concentración de gente bebiendo alcohol y un hombre que había colocado una mesa y una sombrilla en medio de la plaza. Según asegura el afectado, el propietario de un bar próximo le había sacado la sombrilla para protegerse de la calina que caía ya que llevaba repartiendo mascarillas, que él mismo había fabricado con unas impresoras 3D, desde las diez de la mañana. Y respecto de las bebidas alcohólicas niega que tomara ninguna y que eran los padres de los menores quienes bajaban con la cerveza en la mano de sus casas y se la tomaban allí mientras le hacía la visera a medida a cada niño.

Las fuentes consultadas por este periódico explicaron que las citadas mascarillas con una pantalla de plástico no estaban homologadas y que este ciudadano tampoco tenía permiso para ponerse en la calle a repartirlas. De hecho, su idea, a priori solidaria, provocó un efecto llamada. "Yo no tengo que estar pendiente en si los padres están bebiendo o no", esgrime el vecino sancionado, quien asegura que repartió en esa mañana entre 70 y 80 mascarillas para niños.

El hombre, camionero de profesión y que tiene en casa tres impresoras 3D como afición, explica que diseñó las pantallas de protección en el ordenador y que fue a hablar con el alcalde de Xirivella para contarle su iniciativa. Asimismo, el domingo por la mañana desinfectó el suelo de la plaza donde se iba a colocar con agua y lejía y señaló con cinta aislante para delimitar las distancias de seguridad.

No obstante, el afectado reconoce que se alteró cuando los policías acudieron y lo trataron "como si fuera un delincuente". El resultado fue que una sanción de la Policía Nacional por una infracción grave a las medidas decretadas en el Real Decreto por el estado de alarma, cuyo importe va de los 3.000 a los 60.000 euros. A los padres que todavía estaban por allí bebiendo, la mayoría se marchó al ver llegar a la policía, se les tramitaron solo sanciones leves.

"Es más la indignación que tengo por la humillación que me hicieron pasar cuando trataba de hacer un bien a la gente que la sanción en sí", insiste el vecino sancionado por la policía, que se encontraba acompañado de sus hijos de siete y doce años.

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