¿De dónde salió la bufotenina que mató al fotógrafo José Luis Abad? Es la pregunta clave que mantuvo el caso paralizado durante meses y que solo se reactivó gracias al vídeo del ritual chamánico entregado por la familia en diciembre pasado. Según Nacho Vidal, principal imputado en la causa como presunto oficiante de la ceremonia mortal, fue José Luis quien llegó a la casa con el veneno. Pero la familia, primero, y la Guardia Civil después, niegan esa versión.

De hecho, los investigadores del equipo de Policía Judicial de Xàtiva encargados del caso mantienen en el atestado entregado a la jueza que todos los indicios apuntan a que el veneno lo procuró y administró la estrella retirada del porno, el único que sabía cómo se administra, habilidad que incluso reconoce él en vídeos colgados en la red Youtube.

Así, los agentes sostienen que José Luis quería someterse al rito, según algunos allegados que han declarado en la causa para superar sus adicciones a determinados estupefacientes, pero no sabía ni cómo hacerlo, ni de dónde sacar la bufotenina.

De momento, los agentes no parecen haber encontrado rastros de la supuesta compra por internet de esa sustancia, pero concluyen que él era el único que podía disponer de ella de entre las cuatro personas que participaron en aquél ritual -el fotógrafo, el actor, su prima (y amiga de José Luis) y Miguel, empleado del anfitrión-.

La cuestión no es baladí, y de ahí la insistencia de Nacho Vidal en todas sus comparecencias ante la Guardia Civil y la jueza negando haber aportado el veneno, ya que el delito conta la salud pública que se le imputa parte de que él fue la persona que presuntamente obtuvo y administró el veneno del sapo bufo a José Luis Abad.

Por lo que respecta a la principal acusación, la de homicidio imprudente por conducta grave, se basa en el hecho de haber administrado una sustancia potencialmente peligrosa, sin registro ni control sanitario, y en una concentración desconocida -no hay que olvidar que se trata de una sustancia obtenida fuera del mercado legal-, sin supervisión médica y a una persona que había referido consumos de estupefacientes de alcohol, con, según recoge el atestado, patologias previas.

Tampoco ayudará a la defensa de Ignacio Jordà, conocido internacionalmente por su nombre artístico de Nacho Vidal, el hecho de que tardase 22 minutos en llamar al 112 para pedir ayuda médica, tal como adelantó ayer en exclusiva Levante-EMV, y que, pese a que cayó desplomado a los 30 segundos de haber inhalado los vapores del veneno, nadie lo tocó hasta transcurridos 14 minutos.

Nacho Vidal ha mantenido desde el principio que no intervino antes porque, por su amplia experiencia en ese tipo de sesiones, consideraba normal el cuadro que presentaba el fotógrafo. De hecho, no trató de reanimarlo con el boca a boca y otras maniobras hasta que transcurrieron otros seis minutos.