A las puertas de la vista oral, el ahora condenado trató de llegar a un trato para lograr una rebaja suficiente como para no entrar en prisión (menos de tres años) a cambio de reconocer los hechos. Pero planteó una premisa: aceptar solo el tocamiento de los pechos, pero no la penetración. La víctima decidió mantenerse firme y su letrada continuó adelante con la celebración del juicio, en el que la joven incluso tuvo que escuchar que el abuso no existió más que en su imaginación, producto del alcohol ingerido.