Tres causas abiertas por agresiones sexuales cometidas contra chicas jóvenes, de entre 18 y 20 años, a las que asaltaba en la calle con el fin de satisfacer sus deseos libidinosos. Por una de ellas ya ha sido condenado a tres años y ocho meses de prisión tras ser juzgado durante el estado de alarma -aunque el fallo ha sido recurrido por su letrado-. Por otra, la más grave, al tratarse de una violación consumada, está a la espera de juicio y se enfrenta a una petición de pena de nueve años de cárcel. Pero es la tercera de las agresiones, por la que fue juzgado ayer en un Juzgado de Lo Penal de València, la que más llama la atención al imponerle el juez dos años de prisión -después de que las partes llegaran a un acuerdo de conformidad- y se acordara la suspensión de la pena.

Pese a tratarse de un presunto agresor sexual reincidente, al no constarle todavía ninguna sentencia firme por las otras agresiones y ser una pena no superior a los dos años, la Fiscalía no se opuso a la suspensión de la ejecución de la condena. Eso sí, con la condición de que no cometa ningún delito en el plazo de cuatro años ni incumpla la orden de alejamiento que le prohibe aproximarse y comunicarse con su víctima durante los próximos tres años. Faltaría más.

La primera de estas agresiones se produjo la madrugada del 30 de mayo de 2015 cuando Samir M., de 50 años y nacionalidad argelina, se abalanzó sobre una joven de 19 años en las proximidades del cauce del río Túria. Según los hechos que han quedado probados, y que el propio acusado reconoció ayer, le realizó «diversos tocamientos en sus pechos y la zona púbica por encima de la ropa para satisfacer sus deseos lúbricos», mientras le tapaba la boca para que no gritara, hasta que la víctima logró zafarse de él.

Peor suerte corrió la joven a la que agredió sexualmente el 4 de noviembre de 2017 en el barrio de Benimaclet, hechos por los que todavía está pendiente de juicio. Según el escrito del fiscal, que solicita una pena de nueve años de prisión por la violación, el acusado la cogió del cuello y la metió en el portal de un inmueble. Allí consumó la agresión sexual llegando a eyacular dentro de la vagina de su víctima.

Cuando en febrero de 2019 fue arrestado por agredir sexualmente a una tercera joven, también de 19 años, la policía logró identificarlo por ADN como autor de la violación de 2017 gracias a las muestras biológicas que se tomaron en su día. Por esta agresión de 2019 el presunto depredador sexual fue juzgado el pasado 12 de mayo, al tratarse de una causa con preso.

La Sección Quinta de la Audiencia Provincial de València le condenó a tres años y ocho meses de cárcel, de los 8 años y medio que solicitaba el fiscal. El letrado Ignacio Ortega, consciente de las causas pendientes de su cliente, recurrió el fallo para que no le contabilice como antecedente y poder solicitar la suspensión de la pena de este otro caso, como así ha sido.