La prueba pericial con los testimonios de los médicos forenses del Instituto de Medicina Legal (IML) de València tumbaron ayer cualquier resquicio de posibilidad de defensa para el joven acusado de violar y asesinar a una menor de quince años en octubre de 2016, y arrojar su cadáver a una sima en Chella. Se trataba del día clave en la vista oral que se celebra ante un jurado popular desde el pasado lunes, y las conclusiones que los miembros del tribunal pudieron sacar de la prueba practicada ayer desmontan por completo la versión mantenida hasta el momento por el procesado, quien se enfrenta a la prisión permanente revisable.

Por un lado los forenses que realizaron la autopsia al cadáver de la adolescente explicaron que el cuerpo presentaba lesiones propias de una agresión sexual en la zona de la vagina y del ano, y que éstas habían sido producidas en un periodo de tiempo muy cercano al momento de la muerte, entre una hora y veinte minutos antes. Además descartaron categóricamente que pudieran ser fruto de unas relaciones sexuales consentidas. Con ello los expertos tumbaban así la versión del acusado, quien durante su declaración negó haber tenido cualquier contacto sexual con la chica, atribuyendo su defensa las lesiones a un encuentro consentido con su novio un día antes de los hechos.

De igual modo, también corroboraron que el cuerpo de Vanessa Ferrer presentaba golpes en la cara y la cabeza no atribuibles al arrastre del cadáver que indicó el acusado. De hecho, el forense aclaró que dichas lesiones sangrantes fueron provocadas cuando la víctima todavía estaba con vida, si bien sí que había otras escoriaciones o hematomas de menor entidad post mortem. «El puñetazo en el ojo sin lugar a dudas se trata de un golpe cuando estaba con vida», aclararon.

Esto vendría a desmentir la versión del procesado, quien durante su declaración, a preguntas de su letrado, aseguró que únicamente la asfixió tras abrazarla cuando la adolescente se puso «histérica» al decirle él que le gustaba otra chica. Según los forenses que realizaron la autopsia, el cadáver tenía lesiones sin entidad suficiente para causar la muerte ocasionadas poco antes del fallecimiento de la joven, el cual se produjo por asfixia mecánica.

Respecto a la violación, pese a que no se halló ADN del acusado, hecho al que se aferra su defensa, los forenses aclararon que las marcas halladas en las extremidades inferiores son compatibles con «la postura de Mahoma», inclinada la adolescente hacia delante para ser presuntamente violada por vía anal. Asimismo, la fisura que presentaba tenía que haber recibido asistencia médica inmediata, lo que también desmonta la hipótesis de que fuera ocasionada un día antes durante un encuentro sexual consentido con su pareja.

Otra de las eximentes que pretendía la defensa era la del trastorno mental transitorio, pero los forenses de la unidad de Psiquiatría del IML de València también descartaron que el acusado tuviera afectadas sus capacidades volitivas e intelectivas en el momento de los hechos. «Sabía lo que estaba haciendo», insistió el forense, hubiera consumido o no cocaína, como trató de acreditar el acusado.

La defensa del procesado únicamente podrá pelear ahora por el arrepentimiento espontáneo, aunque los investigadores de la Guardia Civil que declararon el día anterior también insistieron en que fue su padre quien llamó, y que no dijo que llamara en nombre de su hijo porque quería entregarse.