Murieron en el más absoluto desamparo y ahora, sus familias aún tardarán en recuperar sus cuerpos. Identificar a los dos menores que el viernes fallecieron ahogados en el puerto de València, tras saltar del buque mercante en el que viajaban como polizones desde África en su aspiración por llegar a tierras europeas, va a ser una tarea muy complicada.

Como ocurre con la inmensa mayoría migrantes irregulares, no llevaban documentación personal que permita saber quiénes eran y de dónde venían. Es una de las reglas que les inculcan las mafias de trata de seres humanos, ya que, sin identificación, a Europa se le hace mucho más difícil poder repatriarlos. Por esa razón, evitan llevar papeles personales encima. Si no se puede probar su nacionalidad, el país de origen no tiene obligación de aceptarlos de vuelta y aumentan sus posibilidades de quedarse en la soñada Europa.

Así las cosas, a los dos niños, cuya edad estimada gira en torno a los 13 años, se les tomarán las huellas dactilares y muestras de ADN, que se almacenarán en la base de datos española, en previsión de que las gestiones a través del Ministerio de Exteriores terminen dando frutos. Y con la esperanza puesta en que antes o después alguien lance la alerta de su desaparición.

De momento, ni siquiera está claro su país de procedencia. El barco en el que llegaron a València, el Leto, tiene bandera liberiana y había tocado los puertos de Douala, en Camerún, y el de San Pedro, en Costa de Marfil, el último que tocó antes de la travesía de 14 días y medio hasta los muelles valencianos.

Los dos menores son subsaharianos, pero se desconoce si subieron al buque en Camerún o en Costa de Marfil. Es más, aunque la Policía Nacional, responsable de la investigación, estableciese en qué puerto abordaron el Leto, que ayer partió de València hacia Tánger siguiendo su ruta prevista tras prestar declaración su tripulación, nada prueba que sean de ese país o si, por el contrario, habían llegado a un tercero con la idea de embarcar hacia Europa.

Tal como informó ayer este diario, los niños murieron ahogados al ser arrastrados por el remolino que se había formado en torno a la quilla del Leto durante el atraque, unido a los bultos y las robas de abrigo que vestían, y que fomentaron que se hundieran sin remedio.