El Tribunal de Jurado ha condenado a una pena de prisión permanente revisable al asesino de Vanessa Ferrer, la menor de quince años que fue violada y asesinada en Chella en octubre de 2016. Los miembros del jurado popular declararon culpable por unanimidad a Rubén M. por los delitos de asesinato, violación continuada y profanación de cadáver. De hecho, además de imponerle la pena máxima del Código Penal español por el asesinato de una víctima especialmente vulnerable por su edad, se le condena a otros 17 años de cárcel por la agresión sexual y tres meses por la profanación de cadáver.

La sentencia establece probado que a las 21.30 horas del 26 de octubre de 2016 el acusado contactó, a través de la mensajería instantánea WhatsApp, con Vanessa Ferrer para verse en su antiguo domicilio familiar, en la localidad de Chella, haciéndole creer que en la casa se encontraban también su primo y un amigo. De hecho, la víctima, que solo tenía quince años, Vanessa, acudió a la casa, que carecía de luz eléctrica, minutos después de las 22.23 horas porque pensaba precisamente que el acusado se encontraba en compañía de sus amigos.

Una vez en su interior, el acusado, quien realmente la había engañado y se encontraba solo, "con el fin de satisfacer sus deseos sexuales y tras la negativa de Vanessa de mantener cualquier relación sexual", comenzó sorpresivamente a darle fuertes golpes en la cabeza, cara y cuerpo, que la dejaron semiinconsciente o conmocionada.

Aprovechando la conmoción de su víctima, el ahora condenado la violó de forma continuada, causándole lesiones en la vagina y desgarro anal. Posteriormente, aprovechando que Vanessa se encontraba semiinconsciente por los golpes recibidos, sin posibilidad alguna de defensa, la estranguló por detrás con uno de sus brazos, causándole la muerte, por asfixia. Según aclara el fallo, el acusado acabó con la vida de la adolescente para evitar que ella pudiera denunciarle.

A las 22.43 horas, el acusado mandó un mensaje a un amigo para que "le dejara su vehículo sólo diez minutos y no le preguntara para qué". Ante su insistencia, finalmente éste accedió y a las 23.29 horas estacionó el coche en la parte de atrás, en la puerta del garaje, como le había indicado Rubén.

Tras enrollar el cuerpo de Vanessa en un edredón o manta, el condenado lo introdujo en el maletero del vehículo y se trasladó hasta la conocida como 'Sima de los Borricos', de unos 30 metros de profundidad y a 300 metros de la población de Chella, donde arrojó el cadáver de la joven.

La Audiencia Provincial aprecia también el delito de profanación de cadáver, como así lo consideraron los miembros del tribunal de jurado. El acusado, "faltando a la debida memoria de los muertos", arrastró el cuerpo sin vida de su víctima por tierra al menos 15 metros, lo que le causó heridas postmortales, debido a ese arrastre y a que el cuerpo estaba semidesnudo, lanzándolo al fondo de la sima, esperando que cayera tan profundo que no pudiera ser encontrado; no obstante, quedó enganchado en una rama, no siendo visible para el acusado ante la falta de visibilidad de la noche. Asimismo arrojó también junto con el cuerpo la cazadora vaquera de Vanessa y la manta con la que la había envuelto.