Nada puede explicar qué pudo pasarle por la cabeza al parricida de Cabanes para minutos después de las tres de la madrugada del domingo entrar en la habitación donde dormían sus dos hijos, de diez y doce años, en el apartamento de una urbanización junto a la playa de Torre La Sal, y asestarles sendas cuchilladas a ambos en el pecho con la clara intención de acabar con su vidas sin mediar discusión previa ni motivo alguno. Acto seguido, tras ser reprendido por su esposa, el parricida subió a la azotea y se arrojó al vacío.

Los investigadores de la policía judicial de la Guardia Civil manejan como principal hipótesis que el autor de la muerte de su hijo de doce años y del intento de asesinato de su hija, de diez, sufriera un posible brote de tipo psicótico.

Una vez descartado prácticamente el móvil machista del crimen, al no haber denuncias previas ni una mala relación entre el matrimonio, las pesquisas se centran en saber hasta qué punto estaba diagnosticada o no la posible enfermedad mental del parricida y si éste tomaba medicación o si se negaba a ello.

No obstante, al haber fallecido el autor del parricidio la investigación abierta por el Juzgado de Instrucción número uno de Castelló, en funciones de guardia cuando se cometió el crimen, está abocada al sobreseimiento al extinguirse con su muerte la responsabilidad penal de lo ocurrido. Mientras tanto, la hija, de diez años, sigue ingresada en estado grave en la UCI del Hospital General de Castelló, aunque se encuentra ya fuera de peligro. Tanto ella como su madre sufren estrés postraumático.

La pareja y sus dos hijos estaban pasando unos días de vacaciones en su apartamento de la playa, en Cabanes. Según los vecinos, su relación era buena y nada hacía presagiar la tragedia.

El minuto de silencio

Hay silencios ensordecedores, como un oxímoron perfecto. También severos, raros, complejos y perplejos. De calor asfixiante en las canículas de agosto. Como el de ayer de un minuto de duración en recuerdo y solidaridad por las víctimas de la tragedia ocurrida el domingo, cuando un hombre de 40 años asesinó a su hijo de 12 años, acuchilló a su hija de 10 y luego se suicidó en la Ribera de Cabanes.

Un acto en el que participó la subdelegada de Gobierno en la provincia de Castelló, Soledad Ten, miembros de la corporación municipal de Cabanes, la teniente alcalde delegada de la Ribera de Cabanes y el senador por designación territorial, Carles Mulet, así como numerosos vecinos de la población y del bloque de apartamentos donde residía la familia.

Un minuto de silencio para condenar los hechos acaecidos y apelar a la sensibilidad de la ciudadanía, cuyo suceso ha consternado y conmocionado no solamente a la Ribera de Cabanes «sino a toda España», como subrayó la subdelegada de Gobierno.

Y, en medio de la tristeza colectiva por la tragedia, un atisbo de esperanza. La presidenta de la asociación de vecinos PAI Torre la sal -que incluye la urbanización donde se produjo el crimen-, María Dolores Melero, señaló ayer tajantemente que «vamos a volver a un verano normal». «Los vecinos somos una piña y tenemos que volver al día a día, sobre todo por los niños, muy amigos entre ellos y que han quedado muy tocados, explicó Melero. Una asociación de vecinos que agradeció al ayuntamiento la posibilidad de que algunos de los residentes tuvieran asistencia psicológica.

La familia, que poseía su segunda residencia en la urbanización Costamar de la playa de la Ribera de Cabanes, son originarios de la localidad madrileña de Perales del Río.