«Manipulador, mentiroso, posesivo, violento y con una gran habilidad social para ganarse a la gente fingiendo ser alguien que no es», así describen a Janner J., principal sospechoso del asesinato de Yesica Daniela G., los amigos de la fallecida, cuyo cadáver fue hallado la medianoche del pasado sábado en el interior del maletero de su coche, estacionado a menos de 200 metros del domicilio donde presuntamente se habría cometido el crimen, en el valenciano barrio de Patraix.

Las pesquisas del grupo de Homicidios de la Policía Nacional se centran desde el primer momento en el que apareció el cuerpo sin vida de la víctima, de 33 años y origen uruguayo, en tratar de localizar a su compañero sentimental ya que todos los indicios apuntan a un crimen machista, tal y como adelantó en exclusiva Levante-EMV. De hecho, el principal sospechoso, de 29 años y nacionalidad colombiana, permanece en paradero desconocido desde el pasado domingo 23 de agosto, día en el que se perdió el contacto con Yesica. Esa misma madrugada testigos aseguran haber escuchado una fuerte discusión de la pareja en el domicilio e incluso el momento en el que presuntamente la joven habría sido estrangulada, según su aterrador testimonio, que ya han prestado también ante los investigadores de la Policía Nacional.

La tarde anterior, del sábado 22 de agosto, la víctima había estado con un amiga desde las 18.00 horas hasta las doce de la noche, tras haber mantenido otra discusión con su novio. Yesica le reconoció a esta amiga, de origen estadounidense y la persona que posteriormente presentaría la denuncia por su desaparición, que pretendía poner punto y final a la relación de nueves meses -siete de ellos de convivencia- harta de Janner. Cuando a la mañana siguiente, en torno a las 11.30 horas, la denunciante le envió un mensaje preguntándole si ya habían hecho las paces, la joven ya no dio ninguna respuesta y tampoco aparecía el wasap como leído. Además, ese domingo había quedado en ir a la playa de Moraira con unas amigas, y tampoco se presentó.

El compañero de piso de la pareja, a quien la policía tomó ayer declaración de nuevo, no se encontraba esa semana en la casa. Fue a su regreso, tras comprobar que las pertenencias de Yesica estaban en el domicilio -salvo su teléfono móvil- y después de recibir unos extraños mensajes en los que supuestamente ella les decía que se había marchado, cuando los amigos empezaron a temerse que le podía haber ocurrido algo malo. A ello se sumaron las vagas explicaciones y contradicciones de su novio, quien decía estar en el extranjero.

Con todos estos indicios, la amiga americana de Yesica acudió a denunciar su desaparición el pasado sábado. Esa misma noche, y con la ayuda de amigos de la pareja, agentes de la Policía Nacional localizaron el cadáver de la víctima en estado de descomposición en el maletero de su vehículo, estacionado en un descampado de la calle Pablo Meléndez de València.

Penas por encubrimiento

Ahora la prioridad es localizar al presunto asesino de Yesica, cuya fotografía está siendo difundida para que si alguien ve al sospechoso o tiene conocimiento sobre su paradero se ponga en contacto con la policía. Asimismo, el artículo 451 del Código Penal castiga con penas de prisión de seis meses a tres años a aquellos que incurran en un delito de encubrimiento por auxiliar al autor de un delito.

Los amigos de la pareja creen que alguien podría estar ayudando al sospechoso, quien es capaz de «engatusar con su labia y su carisma fingido a cualquiera». «Es una cucaracha que se adapta a cualquier situación para sobrevivir», remarcan los que lo conocen, al asegurar que es capaz de hablar con varios acentos para disimular su origen colombiano.

Janner J. llegó a España hace cinco años. Durante un tiempo estuvo con una tarjeta provisional al haber solicitado asilo político, ya que era militar en Colombia y alegó que temía por su vida si regresaba. Según le dijo a sus allegados, sobrevivió a un pelotón de fusilamiento, aunque ahora dudan que dicha historia fuera cierta y no se tratara de una treta para lograr regularizar su situación en España.

Si tuvo alguna vez posibilidad de que la solicitud de asilo prosperara, la perdió definitivamente tras propinar una paliza a un hombre en Xirivella. «Decía que no controla su rabia, su ira, y que cuando empieza ya no sabe parar», recuerda un amigo, a quien le confesó que sabía técnicas para matar a una persona con sus propios brazos.

Janner actualmente no tenía trabajo y en la pizzería donde conoció a Yesica apenas trabajó dos meses como camarero antes de que se decretara el estado de alarma el pasado mes de febrero. Vivían de lo que ganaba ella como auxiliar de enfermería.

Pese a que no constan denuncias por malos tratos, la víctima le había reconocido a su entorno que Janner le «ponía la mano encima» y se ponía «muy violento cuando tomaba alcohol». El compañero de piso de la pareja había tenido que mediar en más de una ocasión para separarlos. Además, controlaba a Yesica de forma obsesiva cuando ésta estaba con sus amigas, mandándole mensajes o poniendo en duda que estuviera con ellas, un indicador más de la personalidad machista del sospechoso.