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Análisis

Suicidio: La "palabra maldita" que se previene si se habla

Una persona se quita la vida al día en la Comunitat - Un documental habla del silencio impuesto sobre este tabú y explora las formas de prevenirlo

Un fotograma del documental «La palabra maldita». Levante-emv

Javier Álvarez quería entender por qué se suicidó su amigo Toni hace cinco años y un familiar cinco meses después. En aquel momento, ni siquiera era capaz de hablar del tema. Pasaron dos días hasta que pudo armarse de valor para llamar a la familia, todo por no pronunciar la maldita palabra. Porque el suicidio es eso, un gran tabú todavía presente en nuestra sociedad. El realizador Javier se autocensuró. Y así empezó a fraguarse en su cabeza la idea de «La palabra maldita», un documental para romper «ese miedo atroz a la palabra» y con el objetivo de «conseguir que se hable abiertamente del suicidio», que es, según él, una de las mejores formas de prevenirlo. Surgió la oportunidad de hacer el documental, de unos setenta minutos y ahora en fase de postproducción, después de una larga investigación durante todo 2019 y ayuda pública para contactar con afectados, profesionales y asociaciones. Confiesa que, hasta que su amigo decidió quitarse la vida, nunca antes había pensado en el tema. Fue precisamente la pérdida, y la dificultad de verbalizarla, la que gestó la idea de hablar de ello abiertamente, ya que, según explica, «la creencia de que hablar del suicidio provoca que aumenten los casos es un mito». «Hay un gran acuerdo científico que concluyó que no es así y, por supuesto, el hecho de invisibilizar el suicidio y no hablar de él tampoco ayuda a que la gente no se suicide», expone el director con motivo del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, celebrado hace unos días. Pero no se debe hablar de cualquier manera. Para Javier, «siempre se tiende al reduccionismo cuando hablamos de suicidio. Decimos que tal famoso se quitó la vida por un desengaño amoroso o por problemas con las drogas, pero no se puede hablar de suicidio como algo con una sola causa, porque crea confusión». Cuenta el productor, en referencia a medios de comunicación y sociedad, en general, que «una muerte por suicidio nunca es algo simple, hay que tener en cuenta el contexto, todo el universo que rodea a la persona».

Dolors López lo sabe de primera mano porque perdió así a su hija, una experiencia que cuenta en el documental. Primero vino el shock, y después la soledad. «Llega un momento en el que miras a los demás y ves que hay un velo sobre el asunto, nadie quiere hablar de ello, nadie quiere mencionar lo ocurrido, ni siquiera nombrar la palabra». Esto, según cuenta Dolors, provoca el aislamiento de la familia, un duelo que es más difícil de superar. «Es más fácil hablar de un accidente o una enfermedad. Pero el tabú, el hecho de meterlo debajo de la alfombra, no hace que se elimine el suicidio, al contrario, mientras callamos no prevenimos lo que está ocurriendo». Entre los tabúes y mitos, hay algunos muy extendidos, como el de culpabilizar a la víctima. «Primero, los familiares son los primeros que se culpan, por no haberlo visto venir, por no haber ayudado lo suficiente. Esto es un error y algo muy injusto. Luego hay que añadir el estigma de la sociedad, que les señala con el dedo. ´Su propia mujer y no lo vio venir´ o ´ su propio hermano, y no lo vio venir´. Pero no es tan sencillo reconocer las señales y menos saber actuar. Ahí hay una gran injusticia social, no solo impides que la gente hable de su dolor sino que encima les culpabilizas». Javier cuenta que se disponía a abordar el tema desde una perspectiva social, pero después conoció la incidencia del problema y se dio cuenta de lo que realmente significaba. Diez personas se suicidan cada día en España, una en la Comunitat Valenciana. 800.000 muertes al año en todo el mundo. El suicidio duplica a las muertes por accidentes de tráfico. Además, es una de las principales causas de fallecimiento en los jóvenes de 15 a 29 años. «Hablamos de un riesgo muy real de muerte del que nadie nos advierte. Un riesgo tapado por el estigma, nos falta responsabilidad colectiva para contarle a nuestros menores que el suicidio es algo que está ahí, que se conozca y se normalice hablar de él», expone. Gracias a una campaña de prevención del suicidio lanzada desde la Conselleria de Sanitat en época de la exconsellera, Carmen Montón, Javier vio que era su momento. «Vi que si desde la administración ya se hablaba de ellos yo podía contarlo, y gracias a esto tuve acceso a muchos testimonios». Para Dolors es urgente derribar mitos sobre todo lo que rodea a este problema: «el suicidio es un hecho social, y el enfoque por eso mismo debe ser social. Hay que hablar, porque eso ayuda a pasar el duelo».

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