Puede que sólo sea un detalle más en el amplio abanico de pruebas que alejan a la acusada de esa imagen de viuda afligida que quiso mostrar tras el crimen de su marido, pero más allá de los indicios que hay contra ella como presunta coautora del asesinato de su marido, Antonio Navarro, saber cómo Maje iba tranquilamente «flirteando en un juego desenfadado», según palabras del policía del grupo de Homicidios que realizó el volcado de los teléfonos móviles, con otro de sus amantes cuando se dirigía al lugar donde yacía muerto su marido —sabiendo ya cómo había sido asesinado porque Salva se lo acababa de contar, tal como ambos han reconocido— da una muestra real de la personalidad impasible de la acusada.

«Hola chochete, ..., qué tal majete», son algunas de las palabras utilizadas en estos mensajes que intercambió Maje con José, quien inicialmente fue investigado también como sospechoso y hoy declarará como testigo. Este intercambio de wasaps se produce en respuesta a unos mensajes que esa mañana le había enviado esta persona, y que Maje responde tras saber ya que su marido estaba muerto por boca del autor material del crimen.

El policía del grupo de Homicidios encargado de realizar el volcado del contenido de los teléfonos móviles tanto de la acusada como del sospechoso inicial, aclaró a preguntas de la defensa de Maje que dichos mensajes fueron enviados entre las 14.30 y las 15.00 horas y que por el posicionamiento del terminal se desprende que «era cuando se dirigía a la calle Calamocha», donde yacía el cadáver.

María Jesús M. venía de tener un encuentro en casa de su hermana con el otro acusado, donde Salvador le contó los pormenores del crimen. Si su versión es que desconocía por completo las intenciones homicidas de su amante y que cuando le contó lo ocurrido no podía creerse que hubiera llevado a cabo lo que ella le había manifestado en supuestos comentarios sobre lo beneficioso que sería para ambos la muerte de su marido, llama la atención que instantes después y cuando se dirigía al lugar del crimen siga manteniendo una conversación de este tono «desenfadado» con otro de sus amantes.

«Se dedujo a través de las horas que cuando estaba flirteando ya había tenido la reunión con Salva, y estaba de camino o llegando, tras la muerte de su marido», puntualizó este testigo de la policía. Para que no hubiera ninguna duda al respecto, el oficial explicó el sistema utilizado de las horas, que aparece referenciado en las investigaciones con el horario UTM, por lo que, en su expresión literal, puede variar «en más una hora o más dos en función del momento del año».

«No contesta a mis mensajes»

Las dos caras que, como ya indicaron los investigadores en la segunda sesión del juicio, suele mostrar la acusada dependiendo de la confianza que tenga con su interlocutor, se reflejan también cuando, al llegar al garaje de la calle Calamocha y ver a los primeros policías allí, ésta se acercó a uno de ellos y le preguntó «preocupada por si se trataba de su marido», según declaró ayer este testigo del grupo de seguridad ciudadana de la Policía Nacional. «Me mostró unos mensajes en el teléfono móvil que su marido no le había contestado en toda la mañana, y dijo que eso no era habitual», explicó este policía. Todo ello cuando ya sabía con detalle cómo había muerto.

Juicio a Maje: Las declaraciones en un programa de televisión

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