Una de las estrategias de la defensa de Maje para tratar de justificar de algún modo el comportamiento díscolo de la supuesta viuda afligida tras la muerte violenta de su marido pasaba por desacreditar a la víctima dando veracidad a las manifestaciones de su defendida sobre el supuesto maltrato psicológico al que era sometida por Antonio, a quien poco menos que dibujó como un maltratador posesivo y controlador que la tenía subyugada. Sin embargo, en la jornada de ayer del juicio por el asesinato ejecutado por uno de sus amantes, ninguno de los testigos que compareció, ni siquiera sus amigas o la propia hermana de la acusada, avalaron en modo alguno esta versión.

Todo lo contrario. «Antonio era muy cariñoso con ella y con los niños — sus sobrinos —», puntualizó la hermana de Maje tras ser preguntada por el letrado de la acusación particular, Miguel Ferrer, sobre el trato que ella pudo observar en el tiempo que llevaban de relación, tanto antes como después de casarse, y especialmente durante los cerca de tres meses en los que estuvieron conviviendo juntos en su casa mientras se reformaban el piso que acababan de comprarse. «Era un trato normal, se comportaron, no hubo peleas», aclaró.

Quizás en el único momento que trató de echarle un capote a su hermana en este sentido fue cuando poco después manifestó que a la policía le dijo que Antonio tenía un carácter duro porque cuando estaban buscando piso se negó a mirar uno por la zona próxima a su domicilio, como era deseo de su hermana. Ese fue el único gesto supuestamente autoritario del fallecido hacia su esposa que pudieron apreciar después de que incluso le perdonara una infidelidad justo antes de la boda.

Por su parte Rocío, la mejor amiga de la acusada hasta que fue detenida, «después de lo que leí no quiero tener ningún tipo de relación con ella», según aclaró, tampoco pudo atestiguar los supuestos malos tratos. «Decía que se portaba mal con ella, que sufría maltrato psicológico y que se quería divorciar», dijo inicialmente la testigo. No obstante, cuando el letrado de la acusación le hizo matizar dichas declaraciones, si había sido testigo de ello en alguna ocasión, una tras una fue reconociendo que cuando le dijo a la policía que Antonio tenía mucho carácter, fue «porque me lo había dicho Maje», que era posesivo y controlador, «porque me lo decía ella», que le prohibía salir con las amigas, también porque ella lo decía (jamás observó esta circunstancia), que le controlaba el teléfono, «también porque me lo decía ella», o que bebía mucho alcohol. «Nunca he visto a Antonio beber». Tras este testimonio de su amiga, a la que contaba confidencias de algunos de sus amantes, el abatimiento de Maje era palpable.

Respecto a cómo afrontó Maje la muerte de su marido, asesinado de ocho cuchilladas en un garaje de la calle Calamocha de València, su amiga explicó que los primeros días «me decía que estaba hundida, que no lo iba a superar, que no podía dormir». Pasadas unas semanas, la testigo afirmó que la notaba mejor. «La veo como hacía muchos años, como cuando éramos adolescentes».

Otra amiga, compañera de trabajo de Maje y Salva en el hospital Casa de la Salud, declaró ayer que se acercó más a ella tras la muerte de su marido para apoyarla. Así, tras su detención le pidió a su hermana la forma de contactar con ella y comenzaron un intercambio de cartas con la acusada estando ésta en prisión. En una de las misivas Maje le decía: «Ya me contarás lo que te ha preguntado la policía». Asimismo, Maje le contó que hacía terapia dentro de la cárcel pero que «dejó de ir porque le estaba dando lecciones ella a los psicólogos de prisión».

«Salva es buena persona y un buen padre», asegura la exmujer del acusado

Puede que no fuera la testigo que más pudiera aportar al caso en la sesión de ayer, -desconocía por completo la relación de su marido con Maje- pero la declaración de la exmujer de Salva fue uno de los momentos que más expectación suscitó. El acusado apenas pudo levantar la vista para ver a la que era su esposa en el momento del crimen y madre de su única hija, avergonzado por su infidelidad que le ha llevado a estar hoy sentando en un banquillo acusado de asesinato y a perder la plácida vida que llevaba, no pudiendo finalmente contener las lágrimas. La testigo, pese al rencor que pueda sentir hacia su exmarido por destrozar sus vidas, solo tuvo buenas palabras hacia él, al calificarlo de «cariñoso, buena persona, buen padre, servicial, afable, buen hijo y amigo de sus amigos». Días antes del crimen estuvieron de vacaciones en un camping, donde se acercaron unos amigos, uno de los cuales también declaró ayer como testigo. La noche previa al asesinato su marido durmió en el sofá, algo que no era raro. «Yo madrugo mucho y él estaba desvelado». Respecto a si la hija de ambos habló con su padre para que cambiara su declaración e incriminara a Maje, la mujer se mostró tajante al negarlo.