Frío, distante, ausente, ajeno a lo que sucedía en la sala e impasible. Así se mostró ayer durante la hora y media escasa que duró la comparecencia Jorge Ignacio P. J., que llegó escoltado por una patrulla mixta de la Policía Nacional, vestido con un vaquero claro, unas deportivas, camisa a cuadros, sudadera azul con capucha y con el pelo rapado al uno.

Nada más dar comienzo la comparecencia, la nueva letrada del acusado solicitó al juez que la policía le retirase las esposas al inculpado, alegando garantías procesales y de defensa. La fiscal estuvo a punto de negarse, per no hizo falta: el magistrado le respondió a la letrada que tener dos abogados como defensores en la sala dejaba perfectamente garantizados todos sus derechos, y la retirada de los grilletes no iba a influir en ellos. Así que, las esposas se quedaron en las muñecas de Jorge Ignacio P. J., que tampoco pareció inmutarse por ello.

Tras manifestar, a preguntas del juez, que se iba a acoger a su derecho a no declarar, una vez más y a pesar de que en esta ocasión ya se le imputan hasta seis muertes violentas, los abogados de la madre de Marta le pidieron al magistrado que le preguntase si, al menos, estaba dispuesto a revelar qué hizo con el cuerpo de la joven de Estivella y dónde está, la respuesta fue clarificadora: no. Nada más concluir la vistilla, el presunto asesino en serie fue devuelto de nuevo a la cárcel.