Catorce. Ese es, por ahora, el número de víctimas conocidas de Jorge Ignacio P. J., tres de ellas muertas y el resto, supervivientes a los encuentros sexuales con el acusado. Todos los ataques se han producido en un plazo de año y medio: entre junio de 2018 y noviembre de 2019. La primera víctima mortal fue Arliene Ramos Dos Santos, brasileña, de 33 años. El presunto asesino en serie contrató un encuentro sexual con ella el 25 de marzo de 2019, en un piso ubicado en el 78 d la Gran Vía Marqués del Túria. Salió en ambulancia de allí, con fortísimas convulsiones y parada cardiorrespiratoria. Falleció nueve días después en el Hospital Clínico.

Lady Marcela Vargas, colombiana, tenía 26 años recién cumplidos cuando murió de una brutal sobredosis de cocaína -en su sangre había una tasa 20 veces superior a la dosis letal media- y con síntomas de estrangulamiento en la habitación donde había tenido un encuentro sexual con el sospechosos, una casa de citas de la avenida de la Plata de València.

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Casi cinco meses más tarde, el 7 de noviembre, era Marta Calvo la siguiente víctima mortal durante otro encuentro sexual pactado, esta vez en la casa que el presunto criminal en serie tenía alquilada en Manuel. Un año después, su cuerpo aún no ha sido hallado y el acusado se ha negado, la última vez esta misma semana, a revelar dónde lo arrojó. A ellas se unen, de momento, otras once mujeres. En todos los casos, tal como prueba la investigación policial, buscaba chicas que ejercieran la prostitución aprovechándose de su vulnerabilidad: casi nunca denuncian los abusos de los que son objeto y si se trata de extranjeras, aún menos. A todas les administró en contra su de su voluntad cantidades ingentes de cocaína a través de sus genitales. Todas repiten la misma experiencia. Y el miedo a morir. Las catorce víctimas tienen entre 19 y 43 años. Siete de ellas son españolas y las otras siete, de países suramericanos.