El joven acusado de abusar sexualmente de dos menores en Burriana tenía en el momento de los hechos «una madurez inferior a la de su edad», según las peritos psicólogas durante el juicio que se celebró ayer en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial. El joven, que tenía 20 años, declaró que las relaciones fueron consentidas y que desconocía la edad de las víctimas —de 15 y 14 años entonces—, que a su vez indicaron que «no eran conscientes» de lo que hacían y «se dejaron llevar». El Ministerio Fiscal solicita 18 años y medio de prisión para el joven, y reclama al Obispado y a la parroquia como responsables civiles subsidiarios, porque una de las relaciones sexuales tuvo lugar en un piso propiedad de la parroquia. El juicio quedó ayer visto para sentencia.

El proceso se desencadenó a raíz de la denuncia de la madre de un tercer joven. En su declaración, la denunciante contó que cogió el móvil de su hijo —que no tuvo relaciones con el acusado—, y se hizo pasar por él a través de Whatsapp, quedándole «patente que había mantenido relaciones con menores de edad».

Entonces, denunció, y salieron a la luz dos hechos que ocurrieron en 2014 y 2015. En el primero de los casos, acusado y víctima se conocieron en el entorno de las actividades de una parroquia, intercambiaron fotos íntimas, quedaron y mantuvieron tres relaciones sexuales, la primera de ellas en el piso propiedad de la parroquia. El acusado tenía las llaves porque restauraba obras de arte y objetos religiosos. Tras los encuentros, la víctima declaró no tener «secuelas psicológicas». Los problemas llegaron después de la denuncia, al recibir «insultos por la calle».

La segunda víctima de abusos mantuvo una relación esporádica una noche, durante las fiestas del pueblo. Indicó que «no tiene nada en contra» del acusado, pero que «no era consciente en aquel momento de lo que hacía». Unos y otros remarcaron que el acusado no fue catequista de las víctimas.

Los abogados de la parroquia y el Obispado, por último, alegaron, en su intento por no afrontar el pago, que las pruebas descartan totalmente cualquier infracción por su parte, y añadieron que la Fiscalía «se ha dejado llevar por la denunciante, que tiene animadversión por la Iglesia».