No se conocen entre sí, pero el relato es un solo e idéntico: les administró cocaína en roca introduciéndosela a traición en los genitales y el ano y se emperraba en hacerles consumir, además, droga inhalada. Y si no aceptaban, no importaba: él se mantenía en sus trece. En otras palabras, un mismo modus operandi en todos los casos que se le achacan al presunto asesino de Marta Calvo: tres de ellos con resultado de muerte y, de momento, otros tres en los que está acusado de intentar matar a sus víctimas aunque no lo consiguió.

Así lo explicaron ayer ante el juez de Instrucción número 20 de València, que centraliza todas las investigaciones desde el pasado verano, dos de esas mujeres, con las que mantuvo contactos en varias ocasiones a lo largo de 2019. Ambas son dos de las víctimas por las que la fiscal pide sendos homicidios intentados y su abogado, Juan Carlos Navarro, sendos asesinatos en grado de tentativa.

Una de ellas, con la que tuvo tres encuentros —el primero entre finales de abril y principios de mayo, el segundo entre junio y julio y el tercero, en octubre—, contó el miedo que llegó a pasar en el tercero de esos encuentros, cuando se negó a consumir más cocaína. La chica explicó al juez que accedió a tomar una raya, pero que se negó cuando él le insistió hasta hacerse pesado para que consumiera más. Como la otra víctima, recuerda que «él no tomaba» y que simulaba haber tomado ya antes «aunque se notaba que no había consumido cocaína».

Cuando le dijo tajantemente que no iba a consumir más, relató que se la quedó mirando fijamente, con una mirada «que me asustó», así que le pidió que se fuese inmediatamente. Pero él no se movió. «No se iba. Me puse a jugar con el móvil, pero seguía mirándome fijamente. Esos minutos se me hicieron horas».

Recordó que llevaba «un cilindro con la droga», en el que habría «entre 25 y 30 gramos de cocaína», una cantidad y formato (en roca, de mayor pureza) totalmente inusual. La mujer reiteró que a ella también le introdujo a escondidas cocaína en los genitales, a pesar de que lo pilló y de que le dijo que no volviera a hacerlo, pero «yo vi que se escondía la mano detrás» para seguir haciéndolo.

En los mismos términos explicó su experiencia con Jorge Ignacio P. J. la otra víctima, con quien tuvo encuentros sexuales el 25 de octubre y el 6 de noviembre, precisamente en las horas anteriores a la cita con Marta.

Inconsciente durante hora y media

Como en el caso anterior, recuerda que le administró por vía genital droga en contra de su voluntad y detalló que llegó a notar cómo le introducía «una piedra de cocaína en la vagina» a pesar de su oposición. Después, perdió el conocimiento «durante un hora o una hora y media». Cuando se despertó, fue al baño y entonces encontró otra piedra de cocaína «del tamaño de una lenteja» en el ano. Relató al juez haberse encontrado francamente mal, como no le había pasado antes con ningún otro cliente.

El segundo encuentro con Jorge Ignacio P. J. fue el de la noche del 6 de noviembre, y apenas duró veinte minutos. Lo primero que intentó es mantener relaciones sexuales sin pagarle, a lo que ella se negó en redondo. «Él se puso muy agresivo y muy brusco», por lo que decidió echarle del piso de València donde estaban, dado que se mostraba cada vez «más nervioso y alterado». Cuando empezó «a levantarme la voz», le pidió que se fuera, pero el ahora encarcelado se negó «y me miró de manera amenazante».

Fue justo después cuando contactó con Marta Calvo, a quien trasladaría en su coche hasta la casa que tenía alquilada en Manuel.

Además, declaró una tercera joven, con la que trató de quedar la noche del 10 de noviembre, tres días después de la muerte de Marta y justo momentos después de dejar en el aeropuerto a su madre, con quien había pasado en l’Olleria aquél fin de semana posterior al homicidio de la joven de Estivella. Sin embargo, el encuentro no se llegó a producir.

La cuarta mujer que prestó declaración ayer fue una de las dos chicas que auxiliaron a Arliene Ramos, la primera víctima mortal de Jorge Ignacio P. J., que entró el coma tras un encuentro sexual con el acusado en una casa de citas de la plaza de Cánovas, en València, y falleció nueve días después en el hospital.

Esa testigo, que se mostró poco colaboradora en un primer momento, acabó ratificando su declaración ante la Policía, aunque trató de no decir nada que incriminase al acusado.

Al término de las declaraciones, la abogada de la madre de Marta, la letrada Pilar Jové, se mostró satisfecha con la ronda de declaraciones que, dijo, «confirman que hay un único modus operandi y cada vez tenemos más el convencimiento de que hizo lo mismo con Marta, esto es, una sobredosis inducida».